Juan Arango y Víctor Casadesús se saludan durante un encuentro correspondiente a la temporada pasada. Foto: MONSERRAT

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El debate sigue abierto. El partido frente al Villarreal no ha disuelto las dudas sobre el que debe ser el acompañante de Güiza durante el periodo de baja de Pierre Webó. Gregorio Manzano optó el domingo por la vía diplomática y a la hora de repartir los minutos de la jornada le concedió las mismas oportunidas a Víctor y Arango. Sin embargo, ni uno ni otro aclararon el panorama, por lo que habrá que seguir esperando. Ahora, los dos grandes protagonistas de la polémica tienen cinco días para renovar sus argumentos, ya que el fin de semana que viene, en un escenario tan especial como el de los Juegos Mediterráneos de Almería, se vivirá un nuevo capítulo del primer culebrón de la campaña.

El técnico bermellón llevaba prácticamente dos semanas meditando la decisión. En una esquina, Arango, que venía de pasar de puntillas por el Calderón y de cuajar dos discretas actuaciones con la selección de su país, además de soportar un largo viaje que le impidió trabajar junto al resto del grupo hasta el sábado, un día de antes de recibir en Son Moix al conjunto de Pellegrini. En la otra, Víctor, pieza indispensable en el engranaje del proyecto anterior (participó en todos los encuentros del campeonato) e inédito en las dos primeras jornadas de la Liga actual. Finalmente, el técnico de Bailén le dio la alternativa al canterano, aunque el desarrollo del encuentro le allanó el camino.

Víctor destapó el encuentro muy enchufado, moviéndose con aplomo entre Cygan y Fuentes, ofreciéndose en todo momento a sus compañeros más próximos y buscando la posición de remate más letal y dañina. Lo consiguió pronto, concretamente a los catorce minutos de juego, después de burlar la marca de la defensa en una acción basada en el abecé de la estrategia. Su remate, aunque forzado y mordido, congeló el sistema de seguridad castellonense y se estampó contra la base del poste izquierdo, generando una segunda jugada que nadie pudo aprovechar. Fue la mejor oportunidad del primer acto y del partido. Más allá de eso, el de Algaida no volvió a poner a prueba los guantes de Sebastián Viera. Perdió siete balones, no recuperó ninguno, cometió una falta (fue amonestado con una tarjeta amarilla a los 34 minutos por juego peligroso) y provocó otra. El entrenador, que probablemente buscaba algo más, decidió sustituirlo en el descanso.