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Peligro a la vista. El Villarreal se asoma en el horizonte y, liderando al conjunto amarillo, llega Manuel Pellegrini, uno de los técnicos malditos en la historia más reciente del mallorquinismo. El preparador chileno, que ya ha señalado con un círculo rojo los dos enfrentamientos del calendario ante el cuadro balear, tiene argumentos de sobra para blindar su confianza, entre otras cosas, porque irrumpirá en una de las plazas en las que se siente más cómodo para chequear a su rival favorito. Y es que, en sus seis enfrentamientos ante los isleños, el de Santiago ha redactado un balance casi perfecto (cuatro victorias y dos empates) que le convierte en la principal amenaza a la que se enfrenta a corto plazo el grupo de Gregorio Manzano.

Hasta el momento, Pellegrini le tiene tomada la medida al Mallorca. El sudamericano siempre ha encontrado el punto de apoyo perfecto en los bermellones y quiere seguir sacándole punta a sus estadísticas personales. Además, el Villarreal llegará el sábado a Ciutat con la algo moral herida después del repaso que recibió a manos del Real Madrid (0-5), por lo que la necesidad de renovar la credibilidad de un proyecto de grandes dimensiones parece evidente. Sobre el papel, llega al lugar adecuado. Más allá del camino seguido por su entrenador, los castellonenses no pierden en Son Moix desde el 25 de noviembre del año 2000 y aquí se sienten como en casa.

El primer capítulo de la batalla entre Pellegrini y el Mallorca se escribió durante la campaña 2004-05 y aunque no pudo doblegar a su colega Benito Floro, le dejó caminando sobre el alambre con un justo empate (1-1) en el que Luis García y Forlán fueron los protagonistas. Después, en la segunda vuelta, se anotó su primer tanto en un pulso frente a Cúper (2-1) que volvió a dinamitar el hoy delantero del Atlético.

Un curso más tarde, el Villarreal siguió creciendo a costa de un debilitado Mallorca, al que humilló sin compasión en El Madrigal (3-0). En la segunda parte del campeonato intentó repetirlo, pero los insulares, ya con Manzano al mando de las operaciones, le obligaron a conformarse con un empate que no dejó contento ni a uno ni a otro. En cualquier caso, los mejores recuerdos del chileno son del ejercicio pasado, en el que puso contra las cuerdas a su próximo rival con dos triunfos tan ajustados como dañinos.

En esta edición parece que todo será distinto. El Mallorca circula por las primeras curvas del campeonato a gran velocidad y si el parón no afecta a su rendimiento, tendrá que echar mano de toda la pólvora que guarda en el vestuario para meter algún punto en su equipaje de vuelta. Ya lo dijo ayer su delantero, el mexicano Guille Franco: «El Mallorca es un equipo complicado, que ha empezado muy fuerte la Liga y que espera hacerse fuerte en su estadio».