Pau Gasol penetra hacia canasta ante la mirada del croata Mario Kasun, ayer, en Sevilla. Foto: EFE/JULIO MUÑOZ

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Un triple de Marko Tomas a tres segundos de la bocina supuso la primera derrota de España en los dos últimos años, el final de una racha de veintiocho victorias consecutivas, la clasificación de Portugal para la segunda fase del Europeo, la eliminación de Letonia y la segunda posición del Grupo B para la selección campeona del mundo.

Croacia supo utilizar las armas necesarias para contrarrestar el baloncesto del conjunto español, suerte para anotar el triple del triunfo y condescendencia arbitral para dejar sin castigar con falta los contactos de los jugadores croatas en la última entrada de Rudy Fernández sobre su aro.

Gasol sabe que es una pieza fundamental y que, hasta que el ala-pívot de los Toronto Raptors se ponga a la misma intensidad que el resto, el equipo le necesita un poco más. El jugador de Memphis sabe medir muy bien el esfuerzo, dosificarse cada noche y, sobre todo, tiene una gran solidaridad para repartir protagonismo entre sus compañeros si ve que él puede bajar el pistón.

Ahora bien, también sabe convertirse en un torbellino si es necesario. A Croacia le endosó diecinueve puntos en el primer tiempo. Y no es sólo eso. Es la manera de conseguirlos lo que le hace un jugador especial. Porque Pau domina el tempo, no abusa del lanzamiento, también presta atención al trabajo oscuro y se erige en referente obligado sin excesos personales. Pero en un Europeo nadie regala ni agua.

El exigente encuentro contra Letonia ha metido a la selección española de lleno en la dinámica natural de una cita continental. La cumbre europea obliga a pelear cada segundo de cada partido y España ya se ha subido las mangas. Contra Croacia también le tocó aplicarse a pleno pulmón y lo hizo con absoluta naturalidad. Luego, le faltó esa chispa de fortuna que decanta los finales apretados.