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Fernando Fernández
Las lágrimas que brotaban de los ojos de un Joan Llaneras emocionado como nunca, arropado por los suyos, corriendo en casa y siendo campeón del mundo por séptima vez, reflejaban el esfuerzo del mejor «pistard» español de todos los tiempos. «Hoy todo es alegría, pero hay lágrimas de alegría y de tristeza también», admitía. Pero por encima de todo, había una dedicatoria especial, la que brindó al desaparecido Isaac Gálvez, su amigo y compañero que se dejó la vida en Gante. El oro era uno de los estímulos que le hizo seguir sobre la bici y lo consiguió ante un Palma Arena que le llevó en volandas y con la intensidad que dejan unos meses duros, culminados con la consagración en su tierra del mejor deportista que recuerdan las Balears. Cuestionado sobre la dedicatoria del séptimo maillot arco iris, Joan lo dejó claro. «Ya sabéis a quién se lo dedico, pero también a toda la gente que me ha ayudado y ha estado conmigo siempre, igual que a los que me han animado aquí. Esto es lo más grande que he ganado en mi vida», explicaba aún envuelto por las sensaciones que quedaban en la pista y se trasladaban desde la grada y la pelousse. El «porrerenc» no sabía «definir bien mis sentimientos, no se pueden describir... Todo el mundo puede tener una idea, pero creo que he sido bueno definiéndolos», aseveró.

A la hora de comparar su cuarto oro en puntuación, el segundo título consecutivo tras el de Madison de Burdeos'06, con el campeonato olímpico de Sydney'2000, Joan dejó claro que «hay varias maneras de calibrar las emociones. Lo de Sydney y Atenas fue especial, pero lo de hoy (por ayer) también lo es, no voy a olvidar este día». Los ánimos incondicionales de los cerca de cinco mil aficionados que abarrotaban el Palma Arena fueron otra de las claves del triunfo más sentimental del mallorquín, quien definió como «muy especial» el poco más de tres cuartos de hora que rodó por primera vez en competición oficial sobre el velódromo palmesano, la culminación del tributo de la Isla a Joan, y advirtió de que «el calor de la gente me ha ayudado, y al final me ha dado un punto más de fuerza para conseguir la vuelta ganada y darme la victoria. Sabía que era arriesgar más de la cuenta yendo líder, pero quería asegurar el oro, ganar en casa y corresponder así el esfuerzo de mucha gente». Había imnaginado alguna vez ser campeón del mundo en Mallorca, la tierra que le vio nacer hace casi 38 años, «se ha hecho realidad este sueño, pero no lo tuve hasta estar el velódromo acabado».

Sobre el futuro, reiteró que en 2008 colgará la bicicleta, aunque avisó de que si va a los Juegos de Pekín y al Mundial de Manchester «será para ganar, igual que mañana (por hoy) en la Madison, pero no cierro ninguna puerta». Preguntado por el desarrollo de la prueba de puntuación, Llaneras reconoció que tenía «un guión preparado, pero a lo que más temía era a los primeros quince o veinte minutos. Procuré estar atento y que no se me fuera». En referencia a la pista del Palma Arena, el doble medallista olímpico dijo que «es rápida, una instalación de primer nivel mundial. Y en cuanto a la organización del Mundial, es el más bonito en el que he estado», puntualizó la gran estrella del Campeonato.