TW
0

Cinco jornadas después de la apertura del campeonato, el Mallorca sigue sin ajustar su punto de mira. El conjunto balear representa uno de los casos más atípicos de la Liga y pese a estar a la cabeza del torneo en cuanto a número de remates, se encuentra en el vagón de cola en lo que se refiere al porcentaje de aciertos. El grupo que dirige Gregorio Manzano es, junto al Espanyol, el menos efectivo de los que participan en la Primera división española y a pesar de contar con una artillería de lujo su munición resulta practicamente inofensiva para el enemigo.

El problema de la falta de gol no es ni mucho menos nuevo. El Mallorca ya despidió la temporada pasada con un saldo muy pobre (37 goles en 38 encuentros) y se erigió en uno de los equipos con menos pegada de la competición, lo que se convirtió en un lastre demasiado pesado a la hora de amarrar la permanencia.

Para evitar que la historia se repitiera a lo largo de la presente campaña el club restauró este verano la línea atacante y le dio un aspecto mucho más contundente con jugadores de la talla de Maxi López o Diego Tristán y con grandes futbolistas de segunda línea como Ariel Ibagaza o Bosko Jankovic. Por si fuera poco, se reforzó la confianza en Víctor Casadesús, Leonardo Pisculichi, Tuni o Jonás Gutiérrez, por lo que parecía que la parcela ofensiva estaba bien cubierta y que el déficit atacante iría menguando a medida que se fueran retirando hojas del calendario.