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El Real Mallorca volverá a pisar el domingo un territorio maldito, uno de esos escenarios en los que habitualmente suele atascarse. El conjunto balear, que lleva varias semanas poniendo a prueba su capacidad de supervivencia, tiene fijada en Sevilla la próxima parada del campeonato y está obligado a darle un vuelco a sus estadísticas para no interrumpir una reacción que parece consolidada. De las dieciséis ocasiones en las que la escuadra insular ha visitado el Ramón Sánchez Pizjuán como equipo de Primera, sólo en dos de ellas ha regresado a Palma con los tres puntos en su equipaje. Unos números raquíticos que habrá que actualizar para seguir trepando en la clasificación.

La última victoria del Mallorca en el Pizjuán se enmarca en este último periodo de esplendor mallorquinista, concretamente en el comienzo del mismo. Era la antepenúltima jornada de la temporada 1999-00 y la nave isleña estaba patroneada por Fernando Vázquez, que se disponía a cerrar una campaña más que aceptable en todos los sentidos. El Sevilla en cambio, era el colista del torneo y hacía ya algunas semanas que había certificado su descenso, una circunstancia de la que se aprovecharon los mallorquines para seguir creciendo. Diego Tristán echó mano de su pasado bético para minar la moral de los de Juan Carlos Àlvarez y abrió el camino con dos tantos que acabaron con el encuentro. Ya en los minutos finales, Carlitos Domínguez redondeó la jornada con otros dos arponazos (0-4) y el conjunto bermellón puso fin a una racha negra que ahora amenaza con su regreso.

El Sevilla es uno de los clubes que en más ocasiones se han entrometido en el camino mallorquinista durante sus travesías por la máxima categoría. En total se han visto las caras en 32 ocasiones -también se han enfrentado ocho veces en Segunda- y aunque la SAD balear ha dominado la mayoría de los pulsos localizados en la Isla, la situación ha variado de forma considerable cuando el choque se ha traslado a la capital andaluza. Allí los hispalenses siguen siendo muy superiores y aunque llegarán a la cita algo castigados por el desgaste europeo no están dispuestos a que la tónica varíe. Al menos hasta el año que viene.

Los dos únicos triunfos cosechados por el Mallorca en el campo sevillista se encuentran ya a una distancia sideral. De hecho, del primero de ellos se cumplen ahora 44 años, ya que coincidió con el estreno de los bermellones en el ático del fútbol español (temporada 1960-61). El cuadro mallorquinista, dirigido entonces por José Luis Saso, se impuso al Sevilla de Luis Miró por un contundente 0-2 que permitió a los isleños acelerar su fase de adaptación a las alturas. Lo hizo gracias a los tantos Juan Forteza (minuto 3) y Haro (minuto 74) y obtuvo una importante dosis de oxígeno que posteriormente le ayudó a conservar su plaza entre los mejores. A la campaña siguiente el Sevilla tampoco pudo con el conjunto balear y tuvo que conformarse con un empate sin goles que colmaba las pretensiones de uno y otro. Los andaluces aún tuvieron que esperar otro ejercicio más -el del descenso rojillo- para marcar su terreno e imponer unos argumentos demasiado pesados (temporada 1962-63, 2-1).

De ahí en adelante el Mallorca fue incapaz de concederse una sola alegría y tuvo que esperar al cambio de siglo para realizar el viaje de vuelta con una sonrisa dibujada en los labios. Entre 1965 y el 2000 visitó en ocho ocasiones el centro de operaciones hispalense y su máxima recompensa fueron dos empates sin goles (1984-83 y 1987-88) que salieron muy caros a la conclusión de la campaña.