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Gregorio Manzano ha decidido poner freno a la euforia que se ha desatado en el entorno mallorquinista a raíz de los últimos resultados. La victoria frente al Málaga y especialmente la conseguida ante el Real Madrid han liberado al plantel de la carga que arrastraba desde el nacimiento de la temporada, pero el técnico no está dispuesto a que la rehabilitación sea efímera y ya ha advertido a sus hombres que el encuentro de mañana ante el Racing de Santander tiene tanta importancia como el de hace dos semanas en La Rosaleda.

El jienense cree que para seguir prosperando habrá que mantener intacto el espíritu que acabó con la era galáctica porque de lo contrario el retroceso podría ser nocivo: «Hemos respirado un poquito, pero no tenemos que pensar que ya estamos salvados porque un par de domingos negativos nos dejarían como antes». Manzano ha seguido incidiendo estos días en la psicología del grupo, aunque en esta ocasión se ha centrado en conservar el mismo nivel de autoexigencia que se instaló en el vestuario cuando se produjo el relevo en el banquillo.

Para evitar que la escalada rebaje el grado de compromiso de la plantilla, el de Bailén ha optado por excluir la relajación de un tratado de intenciones que empieza a estar ya muy definido: «Los primeros que nos vamos a exigir somos nosotros mismos y tengo claro que el equipo no va a bajar los brazos porque, aunque hemos ganado dos partidos, sería infantil confiarnos o pensar que el partido contra el Racing va a ser pan comido».