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Carlos Montes de Oca|KÖSSEN Con algunas gotas de lluvia y una temperatura más cerca de los quince que de los veinte grados, el Real Mallorca realizó su primera sesión de entrenamiento en Kössen. El grupo vivió en sus carnes las brusquedades climáticas de la región. Se acostaron después de la comida con una temperatura que rondaba los treinta grados y cuando se dirigieron al comedor para degustar la merienda se encontraron de repente con un aguacero considerable y el termómetro marcando los veinte grados. Así es el clima en Kössen. Ni la lluvia alteró los planes de Héctor Cúper. El cuerpo técnico esperó unos minutos a que escampara, se subió a la bicicleta y a su voz de mando la plantilla se dirigió a un bosque inmediato al hotel de concentración para realizar una serie de carreras en un circuito preparado. Precisamente este lugar es uno de los parajes preferidos de Juan Manuel Alfano. El preparador físico argentino, acompañado de Toni Servera, dirigió a los jugadores en sus carreras por el bosque. Cúper, sobre la bicicleta, y su nuevo ayudante Gustavo Siviero no se perdían detalle de la primera sesión física del «stage».

Con las zapatillas empapadas y los músculos ya calientes, el grupo recorrió a pie los 500 metros que separan el bosque del campo de entrenamiento. Con el arco iris estampado en el grisáceo cielo tirolés, los jugadores cambiaron las zapatillas por las botas y se pusieron de nuevo a las órdenes de Cúper. El entrenador argentino, como es habitual, inició la sesión con una charla de unos minutos. Mientras, al otro lado del campo, Joan Mesquida probaba los reflejos de Toni Prats, Miquel Àngel Moyà y el portero juvenil Gerardo.
Divididos por parejas, los futbolistas comenzaron a tocar el balón sin demasiada exigencia. Fue curiosa la imagen de Iuliano formando dupla con Siviero, que se conserva en una excelente forma física y que podría pasar por un integrante más de la plantilla...

Después de ese primer contacto con el balón, Cúper optó por un entrenamiento más táctico, con centros por ambas orillas, remates de los delanteros y despejes de los defensas. La sesión finalizó con una serie de remates a bocajarro que probaron los guantes de los porteros. Los jugadores regresaron al hotel al filo de las nueve de la noche con aspecto visiblemente agotador. A pesar de ser el primer día, ya conocen la exigencia de un cuerpo técnico que se toma la pretemporada como el punto crucial del curso y que no deja nada para la improvisación. Esta primera sesión fue seguida por un grupo de curiosos aficionados de Kössen, una localidad que como siempre se vuelca con la estancia del Mallorca. Los carteles del partido amistoso que disputará aquí el grupo balear ante el Wacker Burghausen inundan este pueblo de poco más de 4.000 habitantes que vuelve a acoger una pretemporada del equipo mallorquinista después de dos años de gira por Inglaterra.