Alberto Ruiz Gallardón y José Luis Rodríguez Zapatero, desolados tras la eliminación de la candidatura de Madrid.

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Palma y Madrid despertaron de su «sueño olímpico» de manera brusca, merced a tan sólo dos sufragios en la tercera ronda de votaciones de la 117 Asamblea del COI, que apartó de nuevo a París de los Juegos y destapó a Londres como la elegida para tomar el testigo de Pekín. No merecía la capital española este desenlace. Presentaba el mejor proyecto, aunaba el mayor apoyo popular de las cinco aspirantes y sigue siendo así la única gran capital europea que no ha podido albergar este magno acontecimiento. La tercera votación fue la decisiva. Se llegó y si se pasaba ese obstáculo, la victoria, estaba en el bolsillo.

Dos votos, sólo dos votos, cortaron todas las ilusiones de raíz y las ilusiones de miles de españoles. De nada sirvió la buena presentación realizada por Madrid. Tampoco sirvió la unión institucional en un proyecto respaldado con por la corona, como dejó claro la Reina Sofía. José Luis Rodriguez Zapatero, admitió que España pondría todos los medios necesarios para garantizar unos Juegos «que unirían al mundo». Fue en vano, pues el voto de los «99 hombres justos» condenó a Madrid. Apostaron por Londres y París. De nada sirvieron las pulseras. Tampoco la calidad del proyecto madrileño con el 83 por ciento de las infraestructuras están construidas, en proyecto o en construcción, ni el apoyo de Greenpeace a la propuesta energética de Madrid, de la que hizo gala Ruiz Gallardón.

Un poco más tarde se producía la sorpresa y Londres 2012, tras un esprint digno de récord olímpico, vencía a París, a quien por tercera vez el COI negaba la organización de los Juegos. Primero fue Barcelona, más tarde Pekín. La próxima debe ser la suya. Madrid también optará, tal y como confirmó su alcalde, pero deberá poner sobre la mesa los pros y los contras de un proyecto que se ha desplomado en cosa de segundos. Palma también llora el infortunio de la capital. Su alcaldesa, Catalina Cirer, lamenta la derrota como si fuera suya, al igual que Rafael Durán. Ambos han representado de la mejor manera posible a la a la que hubiera sido la mejor subsede de vela. Ahora sólo cabe mirar al futuro, pensar que el trabajo bien hecho debe tener continuidad y que Palma ha estado a la altura de un sueño olímpico que jamás había tenido tan cerca. Es de esperar que el tercer intento de Madrid sea el definitivo.