Esperanza Aguirre, José Luis Rodríguez Zapatero, Alberto Ruiz Gallardón e Iñaki Urdangarín. Foto: PACO CAMPOS/EFE

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Es la hora de Madrid. Y también de Palma. La 117 Sesión del COI elegirá hoy en Singapur (sobre las 13.30 horas en España) a la ciudad sucesora de Pekín 2008. El escenario de los Juegos Olímpicos de 2012 está en manos de los 116 miembros del Comité Olímpico Internacional, que desde hace varios días tienen montado su lujoso cuartel general en el emblemático Raffles City, un espacio de 72.000 metros cuadrados que cuenta con decenas de salones, incluído en el que se anunciará la sede de los JJ.OO: el Raffles Ballroom. París, Nueva York, Moscú, Londrés y finalmente Madrid realizarán por este orden la presentación de sus candidaturas en lo que será su último acto como aspirantes olímpicos. Después llegará la hora de la verdad, la votación para la elección de la ciudad anfitriona. Si ninguna ciudad alcanza más del cincuenta por ciento de adhesiones en la primera votación -una circunstancia poco probable- se abrirarán rondas sucesivas hasta que una candidatura reciba la mayoría absoluta, quedando en el camino la aspirante que menos votos haya obtenido.

Aparentemente descabalgadas Moscú y Nueva York -sus proyectos son muy inferiores al resto-, los pronósticos son benévolos para Madrid, que espera pugnar hasta el último instante con París o Londrés. Pese a los esfuerzos de sus responsables por negar cualquier pacto, la conexión Madrid-Londrés ha vuelto a cobrar fuerza durante las últimas horas. Se trataría de ganar a París en una hipotética última ronda (una final entre dos ciudades) trasvasando los votos que aparentemente son fieles a la candidatura española o a la inglesa. Si Londrés se queda a medio camino, los avalistas de su proyecto en el COI deberían apostar por Madrid. En una situación inversa y fuera la capital británica la que pugnara directamente con la francesa, la «facción española» mostraría soporte a Londrés. Sobre este complejo escenario de conjeturas anocheció ayer en Singapur. Hoy amanecerá entre nervios y deseos. El apoyo popular e institucional, la globalidad del proyecto y su utilidad futura; la Villa Olímpica, su milimetrado impacto medioambiental, el concepto de transporte y una previsión de beneficios que superan los 6.000 millones de euros son los grandes argumentos sobre los que se apoya Madrid y también Palma, su fiel escudero en esta gran aventura.