Llorenç Serra Ferrer, ayer, durante la entrevista. Foto: PERE BOTA

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Albert Orfila / Carlos Montes de Oca
La finca S'Olivaret, una hermosa possessió transformada en un hotel rural, es el lugar escogido por Llorenç Serra Ferrer (Sa Pobla, 1953) para desconectar del fútbol y dedicarse a su vertiente hotelera. Después de rubricar su mejor año como entrenador, de conquistar el título de la Copa del Rey y de clasificar al Betis para la Champions League por primera vez en su historia, el técnico pobler planifica la campaña 2005-06 desde esta extraordinaria finca bajo el Castell d'Alaró que adquirió hace casi un lustro y que dirige con la misma solvencia que transmite en la banda. Serra atiende con amabilidad a este periódico para repasar su salida del club isleño hace ya doce años, transmitir su ilusión por dirigir la próxima campaña al Betis en el torneo más lujoso del mundo y divisar un futuro cargado de retos.

-Su regreso a los banquillos ha sido fantástico: campeón de la Copa del Rey y clasificado para la Liga de Campeones. Mejor, imposible.
-Sí, es cierto que ha ido todo de maravilla porque incluso había pensado en desconectar de este ciclo. Pero llegó la propuesta del Betis y opté por regresar a un lugar al que era complicado volver porque el listón de mi primera etapa había quedado muy alto, con la tercera posición y el subcampeonato de Copa. Pensar que podía mejorar ese resultado era impensable, pero lo conseguimos y rubricamos una temporada histórica.

-Era un poco extraño verle sin equipo, sin entrenar. ¿Cree que no se había reconocido su labor?
-No, porque era una decisión mía y seleccionaba muy bien las ofertas que me llegaban. Yo hubiera podido entrenar antes si hubiese querido porque tenía propuestas tanto de Primera como de Segunda, pero no me interesaban ni a nivel deportivo ni económico. Por eso dediqué el tiempo a otras cosas: a reflexionar sobre lo que había hecho, a ponerme más al día, a seguir a entrenadores con criterios innovadores de trabajo...Estuve en Inglaterra con Arsene Wenger, en Milanello, en Turín con Lippi. Me fijé en la escuela holandesa y francesa, sobre todo en lo que se refiere a la formación. Siempre he pensado que una persona nunca sabe lo suficiente y es importante tener ese grado de sencillez y humildad para comprobar que hay otros que también hacen cosas muy buenas y que te pueden servir en tu trabajo.

-¿Su salida del Barça influyó a la hora de dejar el banquillo?
-Sí, sin duda que influyó porque había cosas que no me encajaban en mis principios tantos humanos como profesionales y decidí tomarme un tiempo de tranquilidad y meditación.

-¿Qué opina de aquellos que le consideran un entrenador defensivo?
-Que no tienen mucho sentido. Mi espejo siempre ha sido la escuela holandesa y principalmente Johan Cruyff. Cuando todo el mundo se iba de vacaciones, yo me iba a ver la pretemporada del Ajax, la fuente más ofensiva que existía, con aquel 3-4-3. Eso es un indicativo que demuestra que no soy defensivo. Pero por mucha mentalidad ofensiva que tengas, si no dispones de los hombres adecuados para jugar de esa manera es imposible. En el Barça, por ejemplo, me perdí por un exceso de romanticismo con el fútbol ofensivo. De lo que se trata es de encontrar un equilibrio. El entrenador debe saber analizar las características de los jugadores que tiene y no imponer su estilo por encima de todo. El mérito de un entrenador es sacar el máximo provecho de lo que dispone.

-Usted cree que le ha costado alcanzar el éxito más que a otros: por ejemplo, para ganar la Copa del Rey ha tenido que llegar a tres finales y para volver a entrenar a un equipo estuvo tres veranos en el paro...
-Es verdad que cuando no has sido futbolista de elite tienes más dificultades para llegar. Para entrenar en Primera División he tenido que subir la escalera peldaño a peldaño. No pegué un bote y ya está. Fue como consecuencia de comenzar en Tercera y subir a Segunda B; de Segunda B a Segunda A y así hasta que me dieron la oportunidad de entrenar en Primera División. La vida es así y lo acepto. Estoy satisfecho de mi carrera como profesional. Habrá ex futbolistas de élite que tengan más facilidades para entrenar en Primera, pero yo era un joven de pueblo con mucha ilusión y ganas al que le acompañó la suerte.

-Qué le parece que el fútbol mire tanto al marketing.
-No me gusta mucho porque se pierde el encanto, la esencia del fútbol queda desvirtuada, en un segundo plano y es una pena. De todas formas, eso son salidas que a veces no salen bien. El Madrid ha apostado por este estilo y parece que le ha salido mal. Ahora vuelve atrás, veo que los galácticos son Sergio Ramos y Pablo García, jugadores de carne y hueso que tienen capacidad de trabajo y humildad.

-Algunos presidentes argumentan que sin este modelo el fútbol no es viable
-No es viable porque nadie se conforma con sus posibilidades. Quiero decir que si un club es modesto, no pasa nada. Aceptar la realidad no debe ser ningun trauma. Una persona puede llegar a hacer algo cuando acepta sus limitaciones. Es una torpeza engañarse a sí mismo.