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El Son Amar Palma pretende marcar el inicio de una nueva etapa. Ayer dio el primer paso de esta singladura anunciando la llegada de José Antonio Casilla y Gustavo Porporatto y realizando un balance «sobresaliente» de la temporada anterior. Este ciclo comienza con Marcelo Méndez como máximo responsable deportivo, con la esperanza de que Peter Veres todavía pueda recalar en la Isla y con la duda de Pedro Cabrera. Lo hace después de que el presidente Ricardo Ramos diera un golpe sobre la mesa y reclamara el protagonismo que le ha faltado estos dos años. Aunque las palabras de Damià Seguí le roban toda la autoridad: «Todo seguirá igual».

Como suele ser habitual la rueda de prensa que ofreció ayer el Son Amar Palma se movió en el esperpento. No lo parecía cuando Ricardo Ramos tomó la palabra. Después de decir que el balance de la temporada 2004-05 había sido «sobresaliente, pese al mal sabor de haber perdido los tres partidos de la final», pareció declarar el comienzo de una nueva etapa. Dijo, con Damià Seguí sentado a su lado, que «yo soy el presidente. Damià no es el dueño del club. Es el principal patrocinador y eteam manager del primer equipo. Ha superado las aportaciones que habíamos pactado y por eso le agradezco su ayuda. Coincido con él en el fondo de sus acciones pero no en sus formas».

El presidente continuó repasando la actuación del equipo en las tres competiciones, anunció que Pochop y Gatin no seguirían el próximo año y descartó que la temporada que viene pudieran jugar en el Germans Escalas ya que la Federación imponía un aforo mínimo de 1.000 personas. Todo funcionaba bien hasta que Damià Seguí tomó la palabra: «Estoy de acuerdo con todo lo que ha dicho, pero todo seguirá igual». El patrocinador comentó que «la gente debería ponerse en mi sitio y después juzgarme» y con el turno de preguntas comenzó el esperpento.