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El delantero mallorquín José Miguel Pérez Ruiz, Josemi, capitanea estos días el encierro de la plantilla del CD Badajoz en las instalaciones del campo de fútbol del Nuevo Vivero. El ex jugador del Mallorca y el resto de sus compañeros de vestuario han adoptado esta decisión como medida de protesta ante el impago, por parte del club, de las últimas cuatro mensualidades. Por si fuera poco, tanto el secretario técnico de la entidad extremeña como su entrenador, Juan Manuel Generelo, le transmitieron al plantel la intención del Badajoz de reducir en un porcentaje sus fichas, un hecho que alterado aún más los ánimos de los jugadores blanquinegros. El encierro, que comenzó en la tarde del lunes y que tiene un carácter indefinido, no ha contado con el respaldo del cuerpo técnico -sólo el utillero comparte estos días espacio con los futbolistas- y coincide además con el centenario del histórico conjunto extremeño, que se encuentra en un momento económico muy delicado ya que el pasado 31 de diciembre finalizó la fecha límite para cubrir la ampliación de capital por importe de un millón de euros y tan sólo se vendieron acciones por valor de 150.000.

Esta es la segunda temporada de Josemi en tierras extremeñas y eso le ha valido para erigirse en el capitán y en el portavoz del plantel durante estos días. Los jugadores se negaron en un principio a denunciar al Badajoz para no espantar a los posibles inversores, pero la situación se complica a medida que avanzan las horas. «Vamos a esperar a ver que pase esta semana y el partido del domingo, después ya analizaremos nuestra manera de actuar», afirma Josemi desde los vestuarios del Nuevo Vivero.

Mientras esperan una solución a sus problemas, los jugadores matan las horas jugando a cartas, escuchando la radio o viendo alguna película que les haga olvidarse momentaneamente del drama en el que se encuentran. En pleno huracán, los jugadores se contentan con el cariño de la gente. «Lo más positivo es ver como se comporta la afición y la gente de la ciudad, que no dejan de apoyarnos y que nos visitan continuamente para traernos víveres», concluye Josemi.