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Nuevo año y las mismas obligaciones de siempre para el filial más castigado de las últimas temporadas. El segundo equipo del Mallorca le ha dado la bienvenida al 2005 teniendo más en cuenta que nunca las exigencias que se le amontonan y ha vuelto a la carga pensando unicamente en su rehabilitación. Después de completar una mini pretemporada que ha servido para recargar las baterías de la plantilla, el cuadro insular vuelve esta semana al trabajo habitual para centrarse de nuevo en la liga y empezar a preparar el decisivo compromiso del próximo fin de semana ante el Alcalá. La situación del Mallorca B coincide en muchos aspectos con la del primer equipo y tanto el inicio del nuevo año como el final de la primera vuelta marcarán un punto de inflexión en su trayectoria. En estos momentos, sigue siendo el colista del grupo I y la frontera de la tranquilidad se encuentra a seis puntos de distancia, por lo que el desafío de los bermellones por sobrevivir en la categoría de bronce alcanzará su fase más determinante en las próximas semanas. Por todo ello, las vacaciones de la plantilla poco han tenido que ver con las de otros equipos y ésta estuvo trabajando durante toda la semana pasada en sesiones dobles para no descuidar su estado de forma. Ayer mismo, el cuadro rojillo redondeó ese periodo de preparación con un partido amistoso ante el Poblense (2-3) en el que Cazorla pudo seguir probando variantes de cara a rescatar al equipo de las mazmorras.

El entrenador del filial cree que el parón navideño ha sorprendido al equipo en mal momento, porque justo antes de que se detuviera la competición sus jugadores disfrutaban de un dulce momento de forma que ha quedado interrumpido. «Estas semanas sin liga nos han venido mal porque las últimas tres semanas de campeonato estábamos muy fuertes y deberíamos haberlo aprovechado. Aún así, seguro que hay gente a la que le ha sentado bien porque algunos jugadores empezaban a estar demasiado cargados», señala. A pesar de lo que se le viene encima, el Mallorca B se ha especializado ultimamente en las segundas vueltas y en eso ha basado todos sus éxitos. Según la opinión de su técnico, «a partir de ahora empieza nuestra cuenta atrás, pero lo hacemos esperanzados y con ganas de enganchar una buena racha que nos permita sacar la cabeza del pozo». Cazorla incide también en que «desde este momento todos nuestros partidos van a ser como finales y como tal debemos afrontarlos».

El reto del filial pasa por engordar su casillero de puntos -ahora está en 12- hasta llevarlo hasta los casi 45 que marcan el límite de la salvación, aunque de momento Cazorla prefiere no hacer cálculos. «Tendríamos que sumar un mínimo de 30 o 33 puntos, pero tampoco queremos fijarnos nada en particular. Debemos ir partido a partido porque contamos con una plantilla muy joven y eso podría pasarle factura». Algo que no ha cambiado durante estas fiestas es el aspecto de la caseta balear, que sigue dando cobijo a los mismos jugadores que comenzaron la campaña. Aprovechando el estallido del mercado invernal, el club está estudiando la posibilidad de reforzarse en algunos puestos concretos para mejorar sus prestaciones, pero el objetivo es hacerse con jugadores que se adapten al perfil del filial y eso no siempre resulta sencillo. Los próximos días serán claves en este sentido.