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El Mallorca está obligado a modificar su dinámica si quiere renovar su presencia entre la elite del fútbol español por noveno año consecutivo. Un repaso a los números de la Liga indica que el límite establecido para la supervivencia ronda los 43 puntos y para alcanzarla, el cuadro de Héctor Cúper necesitaría sumar 30 en los 21 encuentros que le restan por delante. Históricamente, el cuadro insular sólo ha llegado a esa cifra en tres ocasiones desde que firmara su regreso a Primera en 1997, aunque en este dato hay un motivo para la esperanza ya que en dos de ellas, el inquilino del banquillo balear era también el propio Héctor Cúper. El Mallorca tiene ahora 21 encuentros por delante para subsanar todos sus errores de esta primera parte del campeonato, aunque como confirman las estadísticas, no lo tendrá demasiado sencillo para remontar el vuelo. Sus números son los más pobres desde el último ascenso, ya que nunca había llegado a las fiestas navidadeñas acumulando un déficit tan grande y eso puede pesarle como una losa. Aún así, Cúper ya demostró en su anterior etapa en la Isla que sus equipos van en aumento cuando superan el ecuador de la competición y a eso deberá agarrarse el técnico argentino para no perder la paciencia ante un plantel que está rindiendo muy por debajo de sus posibilidades reales.

Las tres temporadas en las que el Mallorca se aseguró los 30 puntos que ahora le faltan para asaltar su propósito coincidieron con las mejores participaciones del club en el torneo doméstico. En las dos primeras (1997-98 y 1998-99), con Cúper al mando de la nave isleña, el equipo protagonizó un gran arranque de liga y aunque también fue víctima de los altibajos, mantuvo la regularidad para perpetuarse entre los mejores a medida que avanzaba el calendario. Curiosamente, lo que más contrasta con la situación actual es que las últimas navidades que pasó el técnico argentino en Palma, despidió 1998 instalado en el liderato de la Liga y muy cerca de hacerse con el título de invierno, mientras que actualmente se encuentra sólo un escalón por encima del colista y su crisis es evidente.

La principal diferencia entre aquellas plantilla y la de este año es que ambas están abonadas a unas tendencias totalmente opuestas. El Mallorca actuaba sin el corsé que le impone la presión que ahora soporta y entre sus objetivos sólo cabía la posibilidad del éxito. Ahora, al conjunto bermellón lo único que le vale es llenarse el bolsillo de puntos, porque de lo contrario, seguiría deteriorandose y su margen de maniobra iría menguando. La mejor segunda parte de la temporada a la que ha dado forma el Mallorca se produjo durante el ejercicio 2000-01. Desde que se iniciará el mes de enero de ese último año, el once entonces dirigido por Luis Aragonés recopiló hasta 48 puntos, una cifra que le permitió acomodarse en puestos de Liga de Campeones y reeditar la clasificación más positiva de su historia.