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Los destinos de Zaragoza y Andrija Delibasic (Niksic, 1981) pueden cruzarse de nuevo. No ha pasado mucho tiempo desde que abriera la puerta de la enfermería -ayer se cumplió un mes de su lesión-, pero la catarata de acontecimientos han convertido estas cuatro últimas semanas en una eternidad. Aquella tarde del 17 de octubre, cuando el delantero montenegrino sufrió la rotura fibrilar en el bíceps femoral derecho, Benito Floro era el entrenador del Mallorca y Héctor Raúl Cúper todavía respiraba el aire del lago Como. Hoy, treinta días más tarde, el técnico asturiano está en el paro y el argentino dirige las riendas de un equipo anclado en la última posición de la Liga.

Delibasic divisa la luz al final del túnel. El ariete balcánico realiza ejercicios de readaptación con balón y podría llegar a tiempo para el partido del domingo en La Romareda, donde la pasada temporada irrumpió con descaro en la Liga Española: «Ese partido nunca lo podré olvidar. Fue mi debut con el Mallorca y todo me salió a la perfección». Deli demostró ese día su talento. Marcó un buen gol y asistió al holandés Arnold Bruggink en la jugada del segundo. «Estoy bien, pero no se si estaré el domingo. Habrá que esperar los próximos días», señalaba ayer el futbolista a este periódico.

El ex jugador del Partizán ha presenciado desde la barrera los últimos partidos del Mallorca y su análisis destila optimismo: «El equipo ha mejorado bastante, aunque no tenemos mucha suerte de cara a puerta». Del cambio de técnico, su opinión es directa: «Ahora tenemos un buen entrenador...». Al respecto de si él puede ser el goleador que necesita el Mallorca, apostó por la humildad: «Espero que sí, aunque Perera y Luis García lo están haciendo muy bien, son muy buenos jugadores. La pena es que nos está faltando acierto en el remate, pero los goles son cuestión de rachas».