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Atrás quedan los fastos de la presentación. La avalancha humana que se ha acercado a Son Bibiloni. La regeneración que ha provocado en la hinchada el regreso de Héctor Raúl Cúper. A primera hora de esta tarde, la ilusión de toda la masa se embarcará en el estómago de un Air Berlín rumbo a Sevilla, una ciudad que mañana asistirá al reestreno del entrenador argentino en el banquillo del Real Mallorca, al nacimiento de una nueva era en el club balear. Cúper respira un optimismo moderado después de tomarle el pulso a la caseta: «Si he tomado el compromiso de volver a dirigir al Mallorca es porque pienso que las cosas van a ir bien», señaló el técnico antes de reiterar su «confianza total» en unos jugadores que necesitan «creer en lo que están haciendo». Cúper desprecia una máxima del fútbol, esa que apunta a que la mejor defensa es un buen ataque. Para él, el orden defensivo lo es todo. Por eso ha empleado una porción notable de su tiempo en extirpar los defectos de la zaga: «Lo que a mí me da seguridad es la defensa. Alguien puede decir que marcar siete goles por partido también da seguridad. Es cierto. Pero quiero que los jugadores hagan lo que a mí me gusta que un equipo de fútbol haga en defensa. Eso no quiere decir que lo que estaban haciendo estaba mal. En absoluto. Hoy hemos hablado un poco del Sevilla, pero lo importante es lo mío. No hay tiempo, pero tenemos que ir despacio. Es así, aunque parezca contradictorio».

Cuando se le preguntó qué le falta a la plantilla, la respuesta fue clara: «Empezar a ganar». También aclaró que él puede estimular, pero no motivar: «Si a un jugador le falta motivación es mejor que lo deje. Yo no puedo motivar a un jugador. ¿Cómo voy a motivarlo? El futbolista debe estar motivado por varias razones: porque su profesión es extraordinaria, porque un día se terminará, porque yo estuve un año sin trabajar y lo pasé mal... por un montón de cosas. El jugador tiene que venir al campo a trabajar porque ese es su deber y por eso le pagan». A pesar de las tres temporadas que Cúper ha vivido alejado de la Liga Española, el ex entrenador del Inter admite conocer a sus rivales en general y al Sevilla en particular: «Tengo bastantes cosas claras. Este año he mirado un poco de todo, hay informes y vídeos y le pregunto a los jugadores. Del Sevilla, por ejemplo, todo el mundo me ha hablado bien. Me han dicho que corren todos, que tampoco es ninguna novedad. Me preocupa mucho más cuando me dicen que el rival tácticamente presiona bien, tiene las cosas claras, defienden bien, retroceden bien, hay una idea de juego...»

La clasificación del cuadro andaluz impone respeto, pero no miedo: «Está segundo por méritos propios. Tiene jugadores técnicamente interesantes, Baptista es su generador de fútbol, pero sobre todo es fuerte como equipo y contrarrestar a un equipo, a un bloque es más difícil que a uno o dos jugadores. Cuando todo el equipo es fuerte, uno tiene que ser igual o más fuerte que el rival para ganar. Insisto en que hemos analizado poco al Sevilla porque hemos hablado más de nosotros, de cómo debemos arrancar este nuevo ciclo», apuntó el técnico. Cúper admitió sentirse bien «aunque preocupado porque la situación no es buena». Ha notado en la caseta «ansiedad y temor», pero también con ganas de mejorar: «He visto mucha atención y si hay atención quiere decir que escuchan y si escuchan es porque algunas cosas van a entrar en la cabeza. Estoy satisfecho del trabajo de los jugadores, aunque ahora habrá que ver el resultado». El grado de exigencia no pasa desapercibido para el técnico: «La responsabilidad es tremendamente mayor que la primera vez porque todo el respaldo que tengo es una exigencia increíble. A veces creemos que todo se va a solucionar por arte de magia y yo sólo soy un entrenador de fútbol. De ahí no paso. La ilusión renueva espíritus y se renueva al jugador, pero nadie debe creer que porque regrese un entrenador que en su momento lo hizo bien ya tiene garantías de todo. No, eso no es así. Puedo prometer trabajo, orden... pero no garantías de éxito. Ni yo ni nadie». Héctor Cúper, finalmente, valoró el fichaje del japonés Okubo: «Cuando firmé eso ya estaba mínimamente concretado. Y, en definitiva, lo acepté».