Luis García, sentado y rodeado por jugadores del Málaga. Foto: MONSERRAT

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1 REAL MALLORCA: Moyá; Cortés, Ballesteros, Niño, Poli (Campano, min. 71); Marcos Vales (Delibasic, min. 46), Marcos Martín de la Fuente, Jorge López, Farinós, Arango; Luis García (Perera, min. 77).
2 MÀLAGA: Calatayud; Alexis, Sanz, Juanito, Valcarce; Edgar (Gerardo, min. 69), Romero, Miguel Angel, Duda (Litos, min. 90); Amoroso (Leko, min. 77) y Wanchope.
GOLES: 0.1, min. 24: Edgar, de vaselina, tras ganar la espalda a la defensa del Mallorca; 1-1, min: 70: Delibasic aprovecha un rebote en el área pequeña y marca con su pierna derecha; 1-2, min. 80: Wanchope cabecea de arriba a hacia abajo haciendo inútil la estirada de Moyá.
ÀRBITRO: Megía Dávila, del colegio madrileño. Amonestó a Niño, Poli del Mallorca; a Alexis, Edgar, Duda, Romero, Miguel Angel del Málaga.

Xisco Cruz
Paulo César Wanchope es un delantero nacido en Heredia, Costa Rica. Mide 1.93 metros y es, probablemente, uno de los jugadores más altos de la Liga. En su infancia alternó el fútbol con el baloncesto, hasta que decidió calzarse unas botas con tacos de aluminio. Ha desarrollado su carrera en Inglaterra y ahora juega en el Málaga. El juego aéreo es su principal virtud y desde ayer el Mallorca lo sabe. Apareció a poco del final para desviar con su cabeza un servicio desde la izquierda de Miguel Angel. Allí, tan arriba, nunca podían llegar Ballesteros o Niño, y el Málaga se llevó el triunfo. Fue en un partido plano por momentos, jugado sin estridencias. Acaso la zurda de Arango, la pegada de Delibasic o la calidad de Edgar. Poco más, porque el equipo de Floro todavía presenta muchas deficiencias y porque el Málaga está en pleno proceso de construcción (1-2).

Lo cierto es que el Mallorca le tiene alergia a Son Moix, plaza en la que no se encuentra especialmente cómodo. Le pasó el año pasado, e incluso el anterior, y parece que la dinámica no va a cambiar. Se angustia como local y ayer el Málaga lo volvió a denunciar. Apenas le bastó al conjunto de Manzano con un par de fogonazos de Miguel Angel para saltar la banca, para sacar a la luz todas las miserias defensivas del equipo. El Mallorca también padece en ataque, porque cuando el balón no circula por alguno de sus centrocampistas el juego es caótico. Cortés sube, pero su último pase no es bueno. Poli ni siquiera se atreve y Ballesteros tiene problemas con el golpeo. En esas, cuando desaparecen Farinós, Jorge López o Marcos, la transición se resiente. Cuando sucede todo lo contrario, el Mallorca tiene otro aspecto.

Apareció animoso el equipo de Floro por el partido, como con prisas. Al primer pestañeo Arango ya había largado un zurdazo que repelió Calatayud y poco después Luis García probaba con un remate acrobático que escapaba alto. El grupo rojillo tenía buena pinta, porque manejaba con criterio el balón y porque tenía el gobierno de la cita. Era más dinámico y atrevido que su rival, pero su juego sufría constantes cortocircuitos cuando se arrimaba al área. Fernando Sanz y Juanito se forraban, y sólo Alexis sufría a cada arreón de Arango, que fue un puñal hasta que la condición física le abandonó. El venezolano, un tipo con enormes virtudes técnicas y una gran capacidad para interpretar este deporte, se cansó de probarlo con todas las suertes: ahora un escorzo a servicio de Cortés, luego un tiro raso a pase de Farinós, que si un golpeo lejano tras un rechace.