Salida en falso

Carlos Montes de Oca

El Real Madrid se mostró blando, sin sangre, a verlas venir. No es este un grupo que derroche virtudes físicas. Ni con Del Bosque. Ni con Queiroz. Ni con Camacho, el paradigma de la furia. Por lo visto en Palma en los tres últimos años, tampoco lo necesita. No corre, ni suda, pero gana. Que es lo que cuenta. El Mallorca, en cambio, salió con ganas, aunque con el freno de mano puesto. El grupo de Floro controló los primeros minutos, pero se encontró con un grave problema de distancias. Con la defensa demasiado atrás y el centro del campo cargado de tráfico, había que nadar demasiado para llegar a la otra orilla. Y no está el depósito como para derrochar gasolina.

El Madrid despertó poco a poco de su molicie, alguien le dijo que al fútbol se juega con el balón y pidió turno en el partido. La primera vez que Moyà aportó noticias en su debut en Primera División llegó al cuarto de hora. Luis Figo, el mejor de los blancos, dejó en evidencia a Poli, amagó con el centro y sacó a pasear su diestra con un disparo raso que el portero de Binissalem despejó con las piernas. Floro no aguantó más. Se levantó, dio un par de voces y el Mallorca tumbó de nuevo el campo a su derecha. Marcos Vales se cocinó una jugada de mérito que finalizó Cortés con una volea al lateral de la red.

El grupo isleño culminó sus mejores minutos con una pared entre Campano y Cortés, un centro del extremeño y un remate mordido de Luis García que murió delante de los guantes de Iker Casillas y Pavón. En el minuto 24 llegó una mala noticia... para el Mallorca. Raúl se echó la mano derecha al muslo y pidió el cambio. Michael Owen corrió rápidamente hacia su debut en esta Liga. Y fue el ex jugador del Liverpool quien firmó una ocasión de lujo, tras otro pase de orfebrería realizado por Luis Figo. Su cabezazo rozó el poste. Una rosca de Roberto Carlos echó el lazo a un primer tiempo con más tedio que fútbol que no aportó ninguna noticia de Ronaldo. Peligro.