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Fernando Fernández|ATENAS
El gran día de Toni Peña no resultó completo. El maratoniano de Felanitx lo bordó en los primeros kilómetros, pero el tramo decisivo, aquél que comprende entre los kilómetros veintidós y veintinueve, acabó marcando las diferencias y rompiendo el grupo bueno, en el que el deportista balear se instaló con enorme inteligencia. Toni se tuvo que conformar con la 18ª posición, con un registro de 2:16.38, lejos del flamante vencedor, el italiano Stefano Baldini, que demarró en el momento adecuado y fue pasando a la cabeza de carrera. Su tiempo de 2:10.55 provocó el delirio en el estadio Panathinaiko, emblemático escenario del desenlace de un maratón que pasará a la historia. Por el regreso al recorrido original en unos Juegos, y por la participación de un Toni Peña que siempre dio la cara.

La medalla de plata fue a parar a manos del estadounidense Mebrahtom Keflezighi (2:11.29), que desde el grupo de Peña fue remontando y encontrándose más a gusto con el paso de los kilómetros, doblando también al brasileño Vanderlei Lima, bronce (2:12.11). El carioca fue víctima de una agresión por parte de un espontáneo que le frenó cuando iba al frente de la carrera. Desde ese instante, cercano al paso por el kilómetro 30, y ya inmersos en Atenas, Lima no fue el mismo y tuvo que rendirse ante la progresión de Baldini.

Peña acabó siendo el mejor español en meta, aunque en los primeros compases de la carrera, Julio Rey -subcampeón del mundo- y José Ríos eran parte de los controladores de la cabeza. El marroquí Jaouad Gharib, campeón mundial, no perdía de vista a los favoritos, de la misma manera que el keniata Wainana, el etíope Wodajo o el recordman de la especialidad de los 42.195 metros, Paul Tergat, décimo a la postre. Peña iba haciendo su carrera, de vez en cuando se dejaba ver por las primeras posiciones, pero de manera discreta. El chino Gang Han realizaba el desgaste y a Peña le dejaban sin agua en el primer avituallamiento. Los mareos y consiguientes abandonos llegaban, pero Toni Peña iba a más, consciente de que se encuentra en un brillante estado de forma.