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Fernando Fernández|ATENAS
La pasión por el taekwondo unió las vidas de Brigit Yagüe y Juan Antonio Ramos. Ambos forman una de las parejas más simpáticas de la Villa Olímpica y llevan su relación personal más allá del gimnasio. La mallorquina y el catalán no se separan casi nunca y de manera espontánea se demuestran el cariño que se profesan mutuamente con miradas y gestos de complicidad. Pero en el trabajo diario, el panorama cambia. En broma, Juan Antonio comenta que en un combate cara a cara «de momento gano yo». En ese momento, Brigit frunce el ceño y le advierte de que algún día se llevará una sorpresa. Ramos compite en menos de 58 kilos, un abismo en comparación con los menos de 49 de su novia.

Entre los dos totalizan el grueso de los éxitos del equipo español. Brigit es campeona del mundo, de Europa y de España, mientras que su inseparable compañero obtuvo el título mundial de 1997 y hace unos meses se hizo con la medalla de oro en la Copa del Mundo de la especialidad. El destino ha querido unir sus corazones, sus vidas, y los Juegos Olímpicos tampoco han querido quedarse fuera. Ambos conforman el cincuenta por ciento de la representación española, y en sus manos estará la posibilidad de sumar una medalla y seguir la estela marcada por Gabriel Esparza en Sydney, precisamente en el mismo peso de Juan Antonio.

Residen en el CAR de Sant Cugat y hacen una vida de pareja limitada por las exigencias de la competición. Brigit ha aparcado sus estudios para preparar a fondo los Juegos, mientras que Juan Antonio es auxiliar de fisioterapia y quiromasaje. Por compartir, comparten hasta entrenadores. Elena Benítez y Song Dae Young son en buena medida responsables de que estos jóvenes se hayan instalado entre la élite del taekwondo universal.