Paso a paso, el medallero español adquiere la forma deseada. Los pronósticos más alarmistas devolvían al conocido como «espíritu de Seúl», cuando un metal se celebraba como un triunfo nacional, algo utópico que adquiría forma de medalla. Desde Barcelona, esto ya no fue lo mismo. Y en Atenas, el registro de Sydney debe ser batido. Mimbres hay. María Quintanal ya no está sola. Paquillo Fernández certificó la veracidad de los pronósticos y a muchos les alegró el desayuno. Es la medalla más madrugadora en los Juegos y tiene un sabor especial, pues abrió una senda que tendrá continuidad. El de Guadix se quedó a cinco segundos de la máxima gloria, pero se ha ganado el corazón de todos los españoles. Como el grueso de los atletas. El sacrificio que lleva consigo este deporte sólo se ve recompensado en momentos como éstos y merece algo más. Paquillo ha hecho historia y deja claro que a España le va la marcha y allí siempre suele mojar en los mejores momentos.
Atenas 2004
Abrazados a la plata
21/08/04 0:00
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