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Efe|ALCOCHETE
Luiz Felipe Scolari, seleccionador nacional de Portugal, dirigió ayer una sesión de entrenamiento a puerta cerrada, en la que ha ultimado algunos de sus planes para enfrentarse a España mañana. En su fortaleza de Alcochete, el técnico brasileño mantuvo una conversación de cinco minutos con los futbolistas antes de iniciar un sesión en la que participaron todos los futbolistas, después de que el jueves los titulares en el partido contra Rusia tuvieran una jornada más relajada que los suplentes. La sesión de trabajo, celebrada en uno de los campos de entrenamiento de la ciudad deportiva del Sporting Club de Portugal, se prolongó durante una hora y media sin que se registrase novedad alguna. El equipo de Scolari volverá a ejercitarse hoy en su cuartel general.

Mientras tanto la cuenta atrás para el trascendental partido ha aumentado la tensión, si bien son más los factores externos a los dos equipos los encargados en «calentar» el encuentro que los integrantes de ambas selecciones. Reconocen tanto los futbolistas españoles como los portugueses que en el partido casi les va la vida, pero no quieren entrar en ningún tipo de valoración con el árbitro, al contrario, desde un bando y otro se tiene la certeza de que el sueco Anders Frisk, elegido, tratará de haber bien su labor.

Es en los medios de comunicación donde la batalla se recrudece. En Portugal se hacen eco de las preocupaciones apuntadas desde la prensa española por la posible parcialidad del arbitro ante el equipo anfitrión, mientras que los medios portugueses recuerdan que Angel María Villar, presidente de la Federación Española, pertenece a la comisión de designación de árbitros del torneo. «La guerra psicológica ha comenzado» o «Los españoles andan nerviosos», son titulares que se podían leerse ayer o escuchar en Portugal en referencia a la aparición de las dudas españolas que despierta la actuación del árbitro mañana.