Iker Casillas recoge el balón de la portería tras el gol de Grecia.

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Grecia 1
España 1

GRECIA: Nikopolidis (*), Seitaridis (*), Kapsis (*), Dellas Katsouranis (*), Fyssas (*), Giannakopulos (*), Zagorakis (*), Karagounois (*), Vryzas (*) y Charisteas (*).
Cambios: Nikolaidis (**) por Giannakopulos, Tsartas (**) por Karagounois y Venetidis (-) por Fyssas.

ESPAÑA: Iker Casillas (**), Puyol (**), Helguera (*), Marchena (*), Raúl Bravo (*), Etxeberría (*), Albelda (**), Baraja (*), Vicente (*), Raúl (**)y Morientes (**).
Cambios: Joaquín (**) por Etxeberría, Valerón (**)por Morientes y F. Torres (-) por Raúl.

Àrbitro: Lubos Michel (Eslovaquia). Mostró cartulina amarilla a Katsouranis, Giannakopulos, Karagounis, Zagorakis y Vryzas de Grecia y a Marchena y Helguera de España.

Goles:
0-1, Minuto 28, Morientes.
1-1, Minuto 66, Charisteas.

Luis Villarejo|OPORTO

España brilló en juego, en ideas, en fútbol, pero se fue de forma increíble de Oporto sin poder ganar a Grecia, un equipo rácano, que se ha convertido en una auténtica pesadilla para España. Le faltó definición al equipo de Iñaki Sáez, que está claro no cuenta con la misma dosis de fortuna que Francia, sin ir más lejos, cuando llegan las grandes citas. España se armó de paciencia. Jugó de forma correcta. Manejó todos los parámetros con orden. Sáez dosificó los cambios bien, pero ayer ni Valerón ni Fernando Torres resultaron decisivos. Y fue una pena para España pues en la grada vivió posiblemente la atmósfera a favor más bulliciosa de la historia de sus Eurocopas.

Sáez rompió los esquemas al personal. A la prensa y al rival. Mantuvo su once tipo. Durante cuatro días tuvo distraído al entorno de la selección. Y al final acertó. No era plan señalar con el dedo a Morientes y a Baraja y dar entrada a Xabi Alonso y a Torres a las primeras de cambio. La selección de Sáez abrió a los costados o mejor dicho a uno de ellos más que a otro. Vicente se dio una paliza descomunal. Con un calor agobiante, Vicente trazó diagonales, siempre amasó los balones de Raúl al hueco y su presencia crece cada semana. Ayer le tocó un lateral superior al de Rusia para desbordar. Georgios Seitaridis, recién fichado por el Oporto. A Vicente la va la marcha y sólo le queda dar la cara en un uno contra uno ante Thuram si llega un envite ante Francia. Sin agonía, España manejó bien el partido. 28 minutos tardó en batir a Nikopolidis. Demasiado para los méritos de España. El gol fue hermoso. Una acción de libro de Raúl dentro del área, un taconazo «marca de la casa», que resolvió Fernando Morientes de forma espectacular como un auténtico matador.

No se puso nunca nerviosa la selección española. Dominó con autoridad, con Albelda rebañando los rechaces atrás y atento a las llegadas de Karagounis, que ante Portugal sorprendió con un disparo lejano. Con Helguera autoritario, sólo bajó España el pistón por desgaste físico en el último tramo del primer tiempo. Tras el descanso, Joaquín suplió a Etxeberría. Y Grecia tuvo que cambiar el manual. Habituado a vivir del fallo, tuvo que poner fútbol en el campo. Otto Rehhagel no tuvo más remedio que sacar a Tsartas, desaparecido en combate hasta ayer. Grecia quiso remontar a base de casta. Con su capitán Zagorakis al frente y con Nikolaidis enredando. Es este futbolista un tipo peculiar. Se le nota que muerde, que vive el fútbol de verdad. Es el capitán e intentó tirar del resto. Sáez siguió su libreto. Sacó a Valerón, esta vez en el minuto 65. Pero en esta ocasión no marcó de inmediato. Fue al revés. Fue pisar el césped Valerón y encajar el empate España gracias a un despiste español que aprovechó Charisteas.