El colista pasa por encima del Mallorca (2-0)

CARLOS MONTES DE OCA. Barcelona.
El Mallorca se ha atascado. A punto de alcanzar el ecuador del torneo, el grupo de Luis se resquebraja por los cuatro costados. La defensa temblorosa, el centro del campo cortocircuitado y la delantera deprimida son las señas de identidad de un equipo que acumula cuatro derrotas oficiales consecutivas y que comienza a parecerse al que abrió la Liga. Para colmo de males, Samuel Etoo cerró la polémica semana con una autoexpulsión que arrastrará ríos de tinta y que le impedirá jugar hasta su vuelta de la Copa de Africa... si regresa. El Espanyol tiró del talento de De la Peña, descartado este verano por el Mallorca, para tomar algo de oxígeno en su delicada lucha por la supervivencia.

Para no perder la costumbre, el Mallorca abrió el encuentro lánguido y despistado. Cuando abrió los ojos, Raúl Tamudo ya le había clavado un golazo. El escurridizo delantero provocó el primer descosido en los entremeses de la cita. El Mallorca sacó de centro y perdió con rapidez el balón. Jordi Cruyff aprovechó el regalo, alzó la vista y le envió un pase en profundidad a Raúl Tamudo. Niño le pegó al aire en su intento de despeje y Lussenhoff se quedó sin gasolina en su intento por perseguir al delantero catalán. Tamudo le pegó con destreza y el balón murió en la escuadra tras pegar en el larguero. Apenas habían transcurrido 20 segundos de encuentro.

El gol animó al Espanyol y encogió a un Mallorca ramplón y soso. En los primeros cinco minutos, el grupo de Luis Fernández había generado más fútbol de lo que su condición de colista preveía. Maxi lo intentó en un mano a mano que despejaron a la limón Leo Franco y los defensas, Tamudo lo probó de nuevo en un par de acciones... Cuando De la Peña encontraba a Tamudo, la defensa isleña tiritaba. Esta conexión desquició a Niño y Lussenhoff con sus asociaciones. El cántabro miraba al frente y el catalán iniciaba su explosiva carrera ante la pasividad del doble pivote, más apagado que nunca, y del corazón de la zaga.

Pero al Espanyol comenzó a pesarle la responsabilidad del gol. Cuando estás ahí abajo, con el fuego del infierno acechando al cogote, el balón está quemando. Sólo por ese miedo a perder lo ganado, y no por la insistencia mallorquina, el conjunto catalán reculó. Luis Fernández ha centrado su trabajo en blindar la defensa y pone a todos el mono de trabajo para impedir las escaramuzas del rival más avezado. Hasta De la Peña, tradicionalmente criticado por su falta de implicación con los obreros, parecía otro.

El Mallorca sólo asomó la cabeza en una ocasión en un primer tiempo para tirar a la basura. Fue al cuarto de hora, con un cabezazo de Fernando Niño que salió lamiendo el poste izquierdo de la portería de Lemmens. El resto de la primera parte fue un catálogo de cómo no se debe jugar un partido de fútbol. Lussenhoff era el encargado de subir el balón, mejor dicho, de mandar pelotazos a Etoo que siempre acababan igual, con Lopo y el redebutante Pochettino despejando. Colsa y Nagore, mientras tanto, ni tapaban los centros de De la Peña ni creaban juego. Raúl Martín y Nené no podían con su par y arriba Correa y Etoo se peleaban contra el mundo.

Luis Aragonés se desesperaba en el banquillo ante el desconcierto de su equipo. El colista resurgía a costa de las cenizas del Mallorca. En el tramo final de este primer acto, Tamudo perdonó. La línea de cuatro tiró el fuera de juego de forma errónea, el espanyolista se quedó solo ante Leo Franco, pero se precipitó y le salió un disparo de infantil que el argentino atrapó sin sudar. El guión del encuentro no se alteró con el descanso. El Espanyol reingresó al césped con las mismas ganas del primer acto y el Mallorca, con la misma torrija. Luis miró a su derecha para buscar soluciones. Marcos y Bruggink saltaron a la arena con alguna linterna, pero el equipo no encontró la salida del laberinto.

Mientras tanto, De la Peña se apoderó del balón. "El pequeño Buda" recuperó parte de su magia e instruyó a sus compañeros hacia el camino de la victoria. Primero, Leo Franco evitó el segundo con una gran intervención a disparo de Fredson. Y en el ecuador del segundo tiempo, De La Peña cerró el partido. El cántabro recogió un balón, miró al tendido y firmó un pase perfecto que Raúl Tamudo agradeció con el segundo gol. A pesar de que quedaban quince minutos, nadie en el estadio pensaba que el triunfo, el tercero del Espanyol en toda la Liga, se podía escapar de Montjuic. Las sospechas se confirmaron poco después. Samuel Etoo protestó una decisión arbitral y vio la roja. Es su primera expulsión de la temporada y coincide con la polémica relación que mantiene con los rectores del club.

Dos minutos después, Bruggink selló el primer disparo a puerta del Mallorca. Luis Fernández premió el encuentro de De la Peña con su sustitución, aclamada por una afición entregada. Mientras, en Palma, el jugador elegido por el club en lugar de De La Peña, Martín Ligüera, prepara las maletas para regresar a Uruguay...

Alejandro Campano sigue sin quitarse de encima sus problemas musculares. El centrocampista sevillano, que en la sesión preparatoria del pasado sábado visitó a un médico, probó en la mañana de ayer en el mismo Montjuïc, pero desistió tras quince minutos. Las molestias que padece desde hace algunas semanas, que coincidieron con su mejor momento como futbolista del Mallorca, no desaparecen. Ayer, como sucediera ante el Real Madrid, fue el jugador elegido para ocupar la banda diestra. Esos problemas de Campano inciden en el déficit que tiene el grupo en el carril diestro.