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Nada como el clásico balear para desafiar a la lógica más estricta y a todo lo aparente. Coinga Menorca y Drac Inca protagonizarán esta noche en Maó su primer cara a cara de la temporada, un duelo entre estilos casi antagónicos y marcado también por las dinámicas adversas. Si la escuadra menorquina ha diluido gran parte de las dudas que generó durante las primeras jornadas, el equipo de Es Raiguer continúa formulándose demasiadas preguntas. Aferrado al excelente momento de forma de Chris Moss, el Menorca ha tomado impulso y ha encontrado acomodo entre los mejores de la Liga. Cuatro victorias en los cinco últimos partidos han elevado su nivel de credibilidad y le han conducido hasta el octavo puesto, aunque con el mismo balance que Cáceres, Gijón y Granada, los tres equipos que le anteceden en la clasificación.

En el Inca casi todo es diferente. El grupo de Es Raiguer no consigue arrancar. Su línea de juego exhibe demasiados altibajos y esa irregularidad le mantiene en el sótano. El desorden de su baloncesto se ha convertido en un problema perentorio. Hasta ahora, la fragilidad defensiva y las pérdidas de balón están arrojando un déficit significativo que once partidos después sigue sin subsanarse. Todas las alegrías han sido producto del talento y los recursos individuales que amalgama el equipo. De entre el desorden han aparecido cuatro victorias, una de ellas, la más reciente, en la cancha del Plasencia, antiguo líder del torneo.

El Drac Inca se plantará en Maó afectado por las turbulencias de su juego, aunque también consciente de que tiene argumentos más que suficientes para apropiarse del triunfo y mejorar de paso la estadística. Históricamente los números son adversos y su último triunfo en la capital menorquina está fechado en la temporada 2000/01. Con José Luis Oliete en el banquillo, dos tiros libres de Kenny Green dictaron sentencia, aunque meses después el Menorca devolvió el golpe en el Palau d'Esports. El año pasado hubo pleno blanquiazul y también consecuencias directas para José Àngel Samaniego, despedido pocas horas después de que su equipo perdiera ante el Coinga y encadenara su octava derrota consecutiva. En este nuevo cruce de caminos, la elevada carga de imprevisibilidad que lleva intrínseco el duelo entre los dos grandes iconos del baloncesto balear es un factor a tener en cuenta, como la hostilidad que con la que se encontrará el cuadro mallorquín en las repletas gradas del Polideportivo Municipal.