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Los títulos de Bartomeu Cursach están en venta, pero no a cualquier precio. El empresario mallorquín, que controla algo más del cuarenta por ciento del accionariado del Real Mallorca SAD, ratificó en rueda de prensa su intención de deshacerse del paquete de acciones que adquirió el pasado 21 de agosto, aunque también expuso sus condiciones. Cursach advirtió no tener prisa por recuperar su multimillonaria inversión y subrayó su clara preferencia por los compradores locales. «Si hasta ahora he defendido la mallorquinización de la propiedad, sería un contrasentido no dar prioridad al capital local», indicó durante su encuentro con los medios de comunicación.

Bartomeu Cursach se ha concedido un plazo de diez meses para desarrollar una operación totalmente inesperada para el actual consejo de administración, que en apenas dos meses ha atendido a la dimisión de Ramón Rosselló y al anuncio de salida de uno de sus principales argumentos. «Yo quiero que mi paquete de acciones caiga en manos de mallorquines. Espero que el asunto se resuelva en ocho o diez meses. Si ningún empresario o grupo local muestra interés, me sentiré liberado para hacer lo que quiera. Mientras tanto, cumpliré con todas mis obligaciones».

Visiblemente emocionado durante gran parte de su comparecencia, el empresario de ocio argumentó que la presión de su familia ha determinado su actual posicionamiento. «Yo esperaba críticas referidas a la gestión, pero esto se ha convertido en una caza de brujas. Mi familia está sufriendo demasiado y es algo que no estoy dispuesto a permitir. Siempre me habían dicho que no invirtiera en líneas aéreas y tampoco en fútbol y la verdad es que debería haberles hecho caso», advirtió Cursach.