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Los 352 corredores que tomaron la salida en la IX Copa de Europa dejan claro que el ciclismo es una de las más firmes apuestas cara a la proyección turística de Balears. La Semana Internacional de Masters es capaz de reunir a multitud de nacionalidades con una única excusa. Pedalear y competir en un marco sencillamente extraordinario. Dentro del babélico pelotón, el toque exótico lo pone la nutrida delegación colombiana, en la que llama la atención la presencia del ex profesional Asdrúbal Patiño, superviviente del fatídico accidente que segó la vida del grueso del histórico equipo Postobón.

El encomiable esfuerzo de los escarabajos da un color especial a la serpiente multicolor y es la mejor muestra el espíritu de superación de un pueblo que olvida sus males y problemas a golpe de pedal. Europa comprende el radio de acción de la prueba. Al margen de que España está presente y Mallorca sueña con repetir la hazaña de Abdón Vich, la práctica totalidad de las potencias ciclistas del viejo continente se citan un otoño más en las carreteras de nuestra Isla.

Naciones vecinas como Andorra, que repite con un conjunto ambicioso y físicamente potente, y una Portugal intratable en la Copa de Europa -tres oros y una plata- dan paso a la delegación llegada de las tierras más gélidas de nuestro continente. Los ciclistas alemanes conforman una representación que supone el principal eje sobre el que se vertebra la competición. Ellos son el mejor cliente para la industria cicloturista y, una vez en carrera, son los competidores más exigentes y peligrosos. Holanda, tierra de escaladores, tiene en Joop Ribbers a su hombre franquicia y a un seguro de vida a la hora de mirar al cajón.