La fecha de fundación del Recreativo de Huelva, el año 1889, preside las gradas del fondo sur del Nuevo Colombino. Foto: PEDRO PRIETO

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El alumbramiento del fútbol en nuestro país tiene una fecha y un lugar concretos. En la noche del 23 de diciembre de 1889, Huelva veía nacer al primer club español. El Recreativo de Huelva se convertía en el Decano de un deporte que 114 años después se ha erigido en un negocio que dista mucho de aquella ilusión importada por un grupo de ingleses que explotaban la riqueza natural de la provincia. En su segunda temporada en Primera División, la entidad por antonomasia no ha podido encontrar la estabilidad entre la élite, pero afronta el desafío más importante de su dilatada vida.

La final de la Copa del Rey y la posibilidad de disputar competición europea es el objetivo más ambicioso que se le plantea a una afición necesitada de un estímulo. Huelva vive por y para el Recreativo y su gente ansía poder levantar un trofeo que cerraría un ciclo exitoso en el que Lucas Alcaraz le ha devuelto la sonrisa a un Recreativo que en los últimos años ha vivido una época oscura en la Segunda División B.

Una plantilla sin apenas experiencia en la máxima categoría, pero con una capacidad de sacrificio sin límites. Éste es el aval que ha permitido a Lucas Alcaraz ascender y plantar cara a los grandes. Descendido a falta de dos partidos para la conclusión del curso y con la marcha del técnico granadino confirmada hace tan sólo unos días, el Recreativo centra sus miras en el único motivo de preocupación que le resta hasta el 30 de junio. El Martínez Valero y el último título de la temporada son la obsesión de un vestuario al que en pocas oportunidades se le presenta la opción de engordar su palmarés.

Con el paso de las jornadas, Alcaraz ha ido asentando un bloque en el que auténticos trabajadores del fútbol han demostrado que tienen cabida en Primera División. Un buen ejemplo es el de Luque. En su debut en la máxima categoría, el guardameta se ha aposentado bajo los palos blanquiazules y es una de las bazas ganadoras del Recre. En la zaga, la experiencia de Loren sirve de referencia al resto de sus compañeros y ayuda a dar solidez de una de las líneas más endebles del rival de turno del Real Mallorca. Otros elementos como Espínola se han destapado y han recordado la filosofía sobre la que rota el día a día de un club de titularidad municipal, en el que Francisco Mendoza es el rostro visible de la junta.

En el centro del campo, las alternativas son escasas. Viqueira, Diego Camacho o Benítez han dado un paso al frente en sus aspiraciones, al igual que Iker Begoña, cuya polivalencia ha sorprendido al propio Alcaraz. En la línea de ataque, el mallorquín Xisco Muñoz y Raúl Molina son la pareja de moda. La lesión del punta de Manacor puede que no le impida estar en la gran final, la gran aspiración del jugador propiedad del Valencia, pero su olfato goleador puede ser suplido a la perfección por Molina, que con una decena de goles ha confirmado las expectativas generadas tras ser uno de los artífices del ascenso.

Los limitados argumentos del Recreativo son exprimidos al máximo por un entrenador acostumbrado a administrar recursos limitados. Entre ellos, destacan para el aficionado mallorquín otros tres nombres que representan tres etapas muy distintas de la historia contemporánea de la entidad balear. José María fue fijo en los esquemas de Víctor Muñoz en la temporada en la que un travesaño de Vallecas evitó el ascenso. Óscar Arpón vivió el momento de máxima efervescencia del equipo. A las órdenes de Héctor Cúper, tuvo la oportunidad de formar parte de un plantel que hizo historia al disputar otra final, la de la Recopa de Europa. Por su parte, Quique Romero no tuvo la oportunidad de debutar en el primer equipo, pero en el filial escoltó a algunos de los nombres propios del que será su rival en Elche.

Con más de 17.000 socios, un total de veintisiete peñas y un fijo de 13.200 seguidores en las gradas del Martínez Valero, el Recreativo quiere despedirse de la máxima categoría con un buen sabor de boca, el de un título que le corresponde por su rango, el de Decano y primer referente de un deporte que llegó a la orilla del muelle del Tinto y hoy se vive con pasión en todos los rincones del país.