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La grada de Son Moix difrutó ayer de uno de esos encuentros inolvidables que ocuparán un lugar especial en la memoria del aficionado. Las buenas vibraciones que el equipo había emitido en la Copa se confirmaron en apenas un acto de la batalla y con el pasaporte en el bolsillo, la hinchada se recreó con el placer de bailar al mejor equipo del mundo y la satisfacción de hacer efectivo un nuevo paso hacia el asalto del codiciado título.

El cartel lo reunía todo para construir una cita histórica pese a que el frío amenazaba una asistencia menor de la que finalmente se dió. No se generó la expectación del partido de liga y el público se incorporó con lentitud a sus localidades, pero cuando Téllez Sánchez dio paso al fútbol, sólo en las esquinas de las tribunas se apreciaba el intenso rojo de los asientos del campo. La representación blanca también fue inferior y a medida que transcurrían los minutos se complicaba la tarea de hallar a seguidores blanco entre la marabunta bermellona, que empezó a rugir cuando Niño abría la caja de los sueños y muchos todavía buscaban su sitio en el recinto.

A raíz de ese testarazo, el juego del grupo de Manzano propició la noche más plácida que recuerda el mallorquinismo esta temporada y comenzó a destaparse el entusiasmo de las anteriores gestas de la Copa. Por eso en el descanso algunos expresaban su incredulidad ante lo que observaban y otros trataban de ponerse de acuerdo en si la gran final se disputará en Sevilla o Madrid, probablemente pensando en un masivo desplazamiento que la gran mayoría desea repetir para sacarse una espina que lleva mucho tiempo clavada en el sentimiento rojillo.

En el palco se vivió el choque con intensidad y se registró la actividad propia de las grandes ocasiones. Florentino Pérez asumió la goleada entre Mateu Alemany y el alcalde de Palma, Joan Fageda, mientras que Jorge Valdano y Amancio Amaro también recibían su correctivo instalados en la zona noble. Por parte del Govern asisitieron la consellera de Sanitat, Aina Salom y el conseller de Interior, Josep María Costa y Dolça Mulet abanderó la presencia de Consell de Mallorca en el estadio.