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Europa Press SEÚL
Después de años de guerras, regímenes autoritarios y crisis económicas, el frenesí desatado por la Copa del Mundo de Fútbol sobrevuela Corea del Sur y ha lanzado a millones de personas a las calles. Una fiebre que podría alcanzar un nuevo clímax hoy con el encuentro de cuartos de final de los locales frente a España y que en caso de victoria de los anfitriones marcaría la primera vez que una escuadra asiática llega a semifinales.

Pero no es solamente el fútbol el que saca a las calles a millones de personas. Los dirigentes de este pequeño y muy poblado país, ven el desempeño de la selección nacional de fútbol como un símbolo de madurez, de una 'edad de la razón' luego de los desvaríos de la juventud.

El orgullo nacional crece aún más por la inesperada clasificación a cuartos de final mientras que el vecino Japón "coorganizador del Mundial, antigua potencia ocupante de Corea, rival regional en lo económico y muchas veces visto como arrogante" fue eliminado.

Para la clase política el desafío parece ser hoy cómo mantener este fervor patriótico una vez que concluya el Mundial, en especial porque ese deporte es lejos de ser el más popular aquí, lauro que le corresponde al béisbol.

La candidatura surcoreana a esta Copa del Mundo fue fruto de las gestiones de Chung Mong-Joon, uno de los vicepresidente de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA).

Y ahora Chung planea ser candidato a la presidencia de Corea del Sur en diciembre, usando como plataforma la Copa del Mundo. «Esto es más que fútbol. Es como una explosión, como una liberación de los coreanos», dijo Chung el martes al salir del estadio donde Corea del Sur venía de eliminar a Italia con gol de oro.