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Àngel López LOS ÀNGELES
La presencia del pívot Shaquille O'Neal en el ataque de Los Angeles Lakers fue la clave para definir el triunfo de su equipo en el primer partido de las finales de la NBA frente a los Nets de New Jersey, que no tuvieron ninguna fórmula defensiva para controlarlo. Al menos eso fue lo que quedó demostrado con la victoria por 99-94 que lograron los Lakers después que O'Neal aportó 36 puntos y 16 rebotes.

El entrenador de los Nets de New Jersey, Byron Scott, que fue compañero de O'Neal y de Bryant, cuando llegaron a los Lakers, intentó la misión imposible con los hombres altos de su equipo, el pívot Todd MacCulloch, Aaron Williams y Jason Collins, pero nada pudieron hacer para evitar que el ataque de Shaq fuese mortífero. El poder físico de O'Neal se impuso en todo momento y especialmente en el cuarto periodo cuando el marcador estaba más igualado y los Lakers necesitaban los puntos decisivos, que siempre consiguieron de su líder.

«Era la primera opción en el ataque y por eso me dieron los balones dentro del área para que consiguiese romper la defensa de los Nets», declaró O'Neal, que aportó 14 tantos en el cuarto periodo, ocho logrados desde la línea de personal. O'Neal anotó 21 tiros libres, 16 en los últimos doce minutos del partido y, en la primera parte, cuando los Lakers se situaron con 23 puntos de ventaja, su pívot estrella había encestado ocho tiros consecutivos de campo. «Siempre he dicho que para frenarme, cuando estoy con el balón controlado bajo los aros, la única manera de hacerlo es con personales», destacó O'Neal. «Logramos la victoria y eso era lo único que queríamos», añadió.

O'Neal no sólo le dio el triunfo a los Lakers para que se colocasen con ventaja de 1-0 en la serie, que disputan al mejor de siete partidos, sino que además definió su presencia como el gran dilema que los Nets deben superar.