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FERNANDO FERNÀNDEZ
Pese a que el objetivo ya estaba cumplido, la tensión pudo con la afición en el primer acto de la orgía rojilla. Esta vez el otro Son Moix "el de hierba artificial" se vistió con sus mejores galas para calentar motores en vistas a una noche para la historia. La escala previa a la localidad de cada abonado no era otra que un engalanado recinto en el que los seguidores del cuadro mallorquinista acumularon fuerzas en vistas a unas horas llenas de emoción.

Y es que las masas se dejaban ver en torno a la barra libre. Armados con un perrito y aislados del mundanal ruido por un auricular, al ritmo del ball de bot se consumían unos minutos teñidos del rojo que irradiaban las incontables gorras de la Champions League que llegaron a la testa de los seguidores gracias a la iniciativa de Ultima Hora .

Incluso algún turista impaciente pero con ganas de pasarlo bien se unió al jolgorio. Eso sí, siempre con la moderación de la que carecieron los dimonis, zancudos y malabaristas que intentaban relajar los nervios del personal, más pendiente de ocupar su asiento en el coliseo bermellón. Hasta que apareció la Orquestra Mallorqueta. Con sus ritmos contagiosos, rememorando no tan remotos instantes de gloria europea, la banda oficial del mallorquinismo hizo bailar hasta a los más recatados e invitó a prorrogar la euforia hasta altas horas de la madrugada.