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Los partidos de fútbol también pueden ganarse en las sesiones de vídeo y Leo Franco dio buena muestra de esto el pasado domingo. El portero del Real Mallorca atajó una pena máxima a Oli y, pese a la presión que había en el nuevo Tartiere, no improvisó sobre la marcha. Leo sabía por donde podía dirigir el esférico el punta asturiano y acertó plenamente. El «secreto», por llamarlo de alguna manera, está en el vídeo que los jugadores vieron antes del partido. Oli lanzó un penalti al Deportivo de A Coruña y Franco se quedó con la idea. «El entrenador es muy listo y nos enseñó un vídeo del rival. Oli lanzó un penalti a Molina y me fijé por dónde lo lanzaba. Había dos posibilidades; que mantuviera su forma de tirar o que cambiara. No fue así y tuve la oportunidad de acertar», explicó el portero bermellón.

El que un arquero pare una pena máxima es una sensación similar a la que puede sentir un jugador cuando marca un gol. El guardameta sólo recuerda que «sentí mucha alegría por el equipo. Mis compañeros me felicitaron pero quedaban todavía mucho minutos y lo que en un momento dado es un acierto, en unos minutos todo puede cambiar. Había que seguir muy concentrado aunque al final por desgracia nos marcaron y sólo pudimos empatar», subraya el arquero rojillo.

Franco exibe tranquilidad, dentro y fuera del campo. Esa tranquilidad que llega incluso a desesperar a los delanteros cuando observan como el portero permanece impasible hasta el último suspiro en el lanzamiento de un penalti. Franco lo hizo muy bien en Oviedo y lo que desea tanto él como el resto de futbolistas es que siga la racha en Valladolid.