Corretja, el líder. Tenía que ser el héroe de la eliminatoria,
pero al final sólo jugó el punto de dobles. A Àlex no le importó
porque, para él, lo importante siempre es el equipo. A sus 26 años
es el más veterano del grupo y el portavoz autorizado de sus
compañeros. Fue el que más fe tuvo en el triunfo desde el
principio, aunque también el encargado de aplacar los momentos de
euforia cuando la Ensaladera ya se podía tocar con la punta de los
dedos. Su gesto levantando a Ferrero a hombros para que saludase a
los Reyes pasará a la historia como uno de los momentos más bonitos
del deporte. El de Ontinyent le había quitado todo el protagonismo
al barcelonés, en su ciudad y ante su público, y Corretja, lejos de
molestarse, lo subió a hombros para que se diese un baño de
multitudes.
Albert Costa, el auténtico jugador de Davis. No importa que las
cosas le vayan mejor o peor en el circuito, su carácter combativo y
su espíritu de equipo hacen que se transforme cuando juega para
España. Sin el palmarés de su amigo Corretja ni el esplendoroso
futuro de Ferrero, Costa es seguramente el jugador que más deseaba
esta Ensaladera y mientras sus compañeros jugaban los últimos
torneos ATP de la temporada, Albert ya estaba entrenando sobre
tierra batida cómo superar a los australianos.
Acostumbrado a abrir las eliminatorias con éxito (ganó a
Sanguinetti contra Italia y a Martin contra Estados Unidos), en
esta ocasión no tuvo suerte en el primer punto ante Lleyton Hewitt.
Sin embargo, la durísima batalla que libró durante más de cuatro
horas y a cinco sets con el joven tenista de Adelaida ha podido ser
una de las claves de la victoria española. Joan Balcells, el
especialista. Todo buen equipo que se precie debe tener
especialistas. Balcells es el de dobles.
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