Nadal, autor del gol, tuvo que trabajar además mucho en defensa, sobre todo tras la expulsión de Fernando Niño. Foto: T.M.

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El Mallorca no había hecho nada para marcar, ni tan sólo había tirado entre los tres palos mientras que los de Miguel Àngel Lotina, con un juego normal y sin hacer nada del otro mundo, rentabilizando muy bien el gol de vaselina que materializó Iván Rosado, cuando ganó la espalda a Nadal y Olaizola, vio adelantado a Franco y le lanzó un balón por encima que significó el cero a uno.

Con Finidi y Marcos en el banquillo, Aragonés optó por alinear de inicio a Stankovic y Novo pero el cambio no resultó efectivo aunque Àlvaro lo intentó sin descanso pero también sin fortuna. A partir del gol pamplonica la crónica se escribe en blanco y negro. Los locales volvían a tener que realizar un esfuerzo doble para remontar un marcador adverso pero las posibles ideas creativas no se plasmaban sobre el césped. Estaba más cerca el segundo de Osasuna que el primero del Mallorca pero ni una cosa ni otra. Sencillamente el crono seguía pasando y la afición observaba impasible como los minutos iban sucediéndose sin que hubiese necesidad de escribir nada en el bloc de notas.

En el segundo tiempo el de Hortaleza corrigió el guión y dio de nuevo entrada a Finidi George y a Marcos Martín de la Fuente. El resultado no se hizo esperar, el nigeriano forzó un córner, la pelota llegó a Vicente Engonga, que sirvió un balón precioso para la cabeza de Nadal. El de Manacor no perdonó y con un certero testarazo estableció el empate a uno.

Por fin hubo reacción. Pero la tarde era esquiva al Mallorca y Niño veía la segunda amarilla y fue expulsado en el minuto 63. Hubo ciertos problemas pero los rojillos lo llevaban medianamente bien. Carreras tuvo que sacar eso sí un balón desde la misma línea de gol y, siendo justos, el Mallorca se hacía merecedor de la victoria. Carlos tuvo el gol en sus botas hasta en cinco ocasiones pero la fortuna le dio la espalda. No siempre se puede remontar. La reacción se quedó a medias.