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Arrinconado en la Liga EBA y únicamente avalado por un pasado lleno de lujo "la antigua categoría formativa de la FEB ha dejado de ser fiable", el fichaje de Santi Aldama llegó envuelto por las dudas. Su trayectoria invitaba a pensar que Abós había apostado por un jugador que se encontraba en el ocaso de su carrera.

Un proceso vírico le impidió tomar parte en un trayecto fundamental de la pretemporada "los seis amistosos que disputó el Inca en Catalunya" y sus primeras apariciones resultaron decepcionantes. El cuerpo técnico no tardó en solicitar algo de tiempo para un jugador falto de ritmo, pero el inicio de la Liga no hizo otra cosa que incrementar las sospechas.

Aldama fracasó en Huelva (se hartó de perder balones), al igual que muchos otros, pero los jugadores que abren interrogantes a las primeras de cambio siempre son medidos por otro rasero. En el amistoso ante el Barça encontró algo de enmienda, aunque fue en el estreno de su equipo en el Palau donde empezó a ganarse el respeto de todos. Se sublevó Aldama ante el Ulla Oil y una hinchada dubitativa para acabar rubricando un partido extraordinario. En 22 minutos hizo un poco de todo: anotó (15 puntos), reboteó e intimidó. Su aportación resultó determinante para sedar a un grupo martilleado por la ansiedad.

Junto a Santi Aldama, Anthony Stacey y Kelvin Stuckey también resultaron determinantes en el primer éxito del Drac Inca. Stacey protagonizó un segundo cuarto explosivo, mientras que su compatriota hizo lo de siempre: poco ruido y muchos puntos que para eso se le contrató. Llorenç Mons apenas tuvo minutos en pista, Miguel Àngel Cabral y Luis Merino sumaron poco y Willy Villar tiene un problema enorme, la herencia que dejó Monclova.