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El Palau d'Esports toma la palabra y debe dictar sentencia. Drac Inca asume esta tarde un nuevo cruce de caminos con Cajasur de Córdoba con la obligación de inclinar la balanza y preparar el tiro de gracia. Recuperado el factor pista, el grupo de Olmos tiene ante sí una oportunidad extraordinaria para imponer su rango y abrir la herida de un rival que se alió con el último segundo para recuperar la respiración.

De baloncesto intenso y con grandes dosis de orgullo, el conjunto andaluz ha evidenciado en los dos primeros partidos de la serie que tiene argumentos para incomodar a cualquier rival con cartel, pero también que su repertorio es limitado y breve si se compara con el armamento del Inca. Además, lejos del pabellón Vista Alegre está condenado a perder algunas de las licencias y privilegios que suelen conceder el influjo de cuatro mil almas enfervorizadas y el pronóstico habla en favor de los locales. Paco Olmos, no obstante, ha pedido más ayuda que nunca para certificar el acceso de su equipo a los cuartos de final. «Nos jugamos muchísimo en este tercer partido y la afición tiene mucho que decir. El Palau debe ser un infierno para el Cajasur y debemos sacar máximo rendimiento al triunfo que conseguimos en Córdoba. Ahora lo único que debe preocuparnos es el partido de esta tarde. Ya habrá tiempo para pensar en el miércoles, aunque está claro que si ganamos, en el cuarto partido tendremos la oportunidad de sentenciar», opinó el técnico.

Drac Inca tiene claro que es imprescindible marcar el ritmo de partido y ofrecer un buen discurso defensivo para reivindicar su nombre en los playoffs. Joe Alonso, verdugo de los mallorquines en el último partido disputado en Córdoba, merece una vigilancia especial, al igual que Óscar González, una de las principales referencias en el perímetro del Cajasur y un jugador con capacidad para manejar el partido. En otro bando, Lou Roe y Yáñez están inmensos y Roman Rubchenko busca protagonismo.