No estarán todos, pero los que vienen forman un pelotón con rango
sobrado para celebrar cualquiera de las tres grandes rondas. Ni la
estampida de Marco Pantani, que declinó en el último momento una
invitación para pasear su hematocrito por Mallorca, ni ausencias
tan notables como las de Jan Ullrich y Lance Armstrong, últimos
vencedores de la Vuelta y el Tour, privarán a la novena edición de
la Challenge del interés que conlleva todo kilómetro cero. Es obvio
que no se presenta una temporada de grandes cambios, que los
fichajes estelares han sido habas contadas y el aspecto de las
escuadras es muy similar al del año pasado, pero a pesar de las
escasas novedades Mallorca tiene garantizado desde este domingo un
lugar de privilegio en el escaparate mundial. Simplemente, porque
aquí comienza todo.
Además, el pelotón siempre tiene algo nuevo que contar. Incapaz
de competir con las ofertas de fuera, al Vitalicio no le ha quedado
más opción que desprenderse de dos puntales clave y ejercer un
involuntario papel de avituallador de sus rivales: el campeón del
mundo Oscar Freire correrá esta temporada en las filas del Mapei,
Angel Casero decidió proseguir ruta en el Festina y Daniel Clavero
ha preferido enrolarse en el Polti de Gotti y Virenque. Muy
acostumbrado a encontrar oro con lo puesto, Javier Mínguez
encomienda los objetivos del curso "entre los que no se encuentra
el Tour" a una realidad (Igor González Galdeano) y una promesa
(Santi Blanco). Bastante mejor le fueron las cosas al Kelme, que ha
logrado mantener contra viento y marea a un Fernando Escartín que
sobresalió demasiado cuando ganó unos cuantos centímetros al
auparse al podio de los Campos Elíseos el verano pasado. Con todo,
el equipo alicantino viene a Palma con cambios, aunque los trae
dentro del coche. La baja de Alvaro Pino, que decidió desvincularse
del ciclismo por asuntos familiares, ha sido suplida por Vicente
Belda, un histórico de la formación que ha aceptado el reto de
regresar a la carretera con un volante entre las manos.
Sin exhibir grandes altas ni bajas pero luciendo su tradicional
bicefalia, el ONCE apostó por el inmovilismo después de sopesar la
posibilidad de incorporar a sus filas a Jan Ullrich. Sin embargo,
la idea de convertir en una troika la jefatura compartida de
Jalabert y Olano no acabó de convencer a Manolo Saiz, que
finalmente se decantó por dejar las cosas como estaban. Tampoco
Banesto ha hecho cambios de relieve. Sin Beltrán ni Peña, la
escuadra de José Miguel Etxabarri busca refugio en su cartel
habitual, comandado por Alex Zulle y José María Jiménez. El
Festina, por su parte, afronta su segundo año de desintoxicación
tras el escándalo del 98. La formación gala ha emprendido una
profunda remodelación y se presenta en Palma con el esprinter
Marcel Wust como principal valedor y un reto para la temporada:
recuperar su buen nombre y aspirar a la Vuelta y el Tour sin pasar
por la farmacia.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.