Los pilotos mallorquines Felip Beltrán y Emili Rodríguez, a su llegada ayer al aeropuerto de Son Sant Joan. Foto: TERESA AYUGA.

TW
0

Los héroes del Dakar cumplieron ayer la última etapa. Los mallorquines Josep Felip Beltrán y Emili Rodríguez regresaron ayer a la isla después de cumplir el sueño de su vida: acabar la carrera más importante del mundo. Fatigados, hastiados de viajes y arena, con el rostro marcado por el sol, el viento y los golpes, los pilotos baleares llegaron a Ciutat dibujando una sonrisa en el rostro y abrazando la gloria.

«Ha sido una experiencia fantástica, maravillosa. No se puede definir con palabras». Era el resumen que ofrecía Emili Rodríguez tras días en la carrera africana. El piloto de Honda significaba que «ha sido el desafío de nuestra vida. Estamos muy satisfechos porque sólo un 10% de los que por primera vez compiten en esta prueban la acaban. Hemos sido dos de los ocho pilotos que han conseguido llegar a El Cairo y únicamente podemos dar las gracias a todos los que nos han apoyado», señalaba. A Felip Beltrán lo que más le impactó fue el montaje: «es impresionante ver la cantidad de gente que hay detrás de la carrera. Pasas miedo porque el desierto es muy grande, pero te sientes protegido». El mallorquín destacaba que «cada etapa ha sido una victoria para nosotros. Hemos logrado 14 triunfos y se han cumplido todos nuestros objetivos. Llegamos a Dakar con la intención de acabar y lo hemos logrado».

Las dunas, las singulares trazas del camino y la oscuridad han pasado factura y el aspecto físico de Rodríguez era sintomático: «tengo la espalda destrozada y la nariz muy dañada. Tuve una caída a más de 130 kilómetros por hora y ahora sólo pensamos en recuperarnos físicamente. Ha sido una carrera muy dura y en algunos momentos rozamos la desesperación. Sabíamos que íbamos a sufrir y por eso hay que recuperar todas las vivencias y meditar si queremos regresar el año próximo, pero el desafío ha valido la pena». Una de las diferencias que más han palpado en el Dakar ha sido las desigualdades entre las motos que conducían los mallorquines y el grueso de pilotos: «nuestras motos eran de serie y de 38 caballos, mientras las oficiales alcanzan los 100.