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El Real Madrid pone pone en juego el prestigio ante el Al Nassr, pero también una hay una buena suma en juego. Por ganar, 900 millones. Por ser finalista, algo muy apetecible también, 750 millones. Por 10 días de estancia en Brasil no está mal. Mientras, Vicente Del Bosque cuenta poco a poco con un equipo más trabajado. Le podrán salir o no los resultados. Pero ya no es el barco a la deriva de la era Toshack. Con sencillez, con naturalidad, siendo, en definitiva normal, algo poco en voga en los últimos tiempos, el técnico se ha ganado al vestuario. En la fábrica respetan al jefe.

Del Bosque va a seguir dando minutos y confianza a un hombre de la casa, Guti. Sabe que arriesga hasta en los momentos malos. Cuando le silban, Guti se crece. Del Bosque apuesta por un producto de la Ciudad deportiva, que parecía diluirse. En Brasil, Guti va a tener su prueba de fuego. En el centro de la zaga, dudaba entre Karembeu y Karanka. Uno de los dos estará al lado de Hierro. Lo demás lo tiene claro. Anelka, con Morientes lesionado, pasa a ser titular, al lado de Raúl en punta.

Los árabes del Al-Nassr, el equipo que tutela el príncipe heredero de Arabia Saudí, Faisal Ben Abdulrhman, se ha reforzado con vistas a este evento. No pudo firmar a Romario, que al final se marchó al Vasco de Gama. Así que tiró del mercado marroquí y fichó a Ismael Triki y a Ahmed Bahja, que junto al ex valencianista Moussa Saib y el internacional árabe Amin conforman un equipo, que se fundó en 1955 y que viste totalmente de amarillo.

El Al-Nassr almuerza por la noche y cena de madrugada. La vigencia del Ramadán, el mes sagrado del islamismo, obliga a sus practicantes a observar 30 días de riguroso ayuno, pero el club ha apelado a la interrupción del mismo «pues en caso de guerras y misiones importantes», la medida se puede suavizar.

En su concentración hay recelo. Incluso un fotógrafo del diario Marca tuvo problemas y debió abandonar el hotel. En el club árabe creían que era un espía del Real Madrid.