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EFE - Reino Unido
España tuvo que esperar 15 años para superar los sinsabores de muchas frustraciones en la Dunhill Cup, pero finalmente ayer entró por la puerta grande en la historia de este oficioso campeonato del mundo por países, tras derrotar a Australia. José María Olazábal, Miguel Àngel Jiménez y Sergio García, apechugando con el peor grupo "Francia, Irlanda y Zimbabue", superando en la media jornada matinal de ayer en semifinales al doble defensor del título y su 'bestia negra' en la final malograda del año pasado, Sudáfrica, y venciendo con autoridad por la tarde en la final a los australianos, demostraron que el golf español está en uno de los momentos más dulces de su historia.

Mucha culpa de ello la tiene el nuevo valor del golf español y mundial, Sergio García, de 19 años. Ayer, no obstante, le tocó probar el amargo sabor de la derrota doblemente, pues suyos fueron los únicos reveses sufridos por el equipo español en semifinales y la final. Pero es que a García, en ambas ocasiones, le tocó bailar con la más fea. Por la mañana fue ante el sudafricano Ernie Els, quien supero al español por 70-72.

Olazábal y Jiménez echaron mano entonces de toda su veteranía para llevar al equipo hasta la lucha por el título, tras superar a Retief Goosen (75-76) y David Frost (73-77), y vengar de paso la derrota sufrida ante los sudafricanos en la final del año pasado.

Por la tarde, ante Australia, campeón dos veces de la Dunhill Cup, y que se plantó en la final tras derrotar a Suecia, a Sergio García de nuevo le tocó el peor enemigo: el pequeño Craig Parry, apodado 'Popeye' por sus fuertes brazos. Al igual que Els antes, Parry lo hizo todo prácticamente bien, excepto un bogey en el hoyo tres, que luego compensó sobradamente con cuatro birdies. Sergio, tras un comienzo titubeante tuvo que remar contra corriente para arañar cuatro birdies y empatar en el último instante la contienda.