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OSCAR GONZÀLEZ (ALBACETE) Hace un año, cuando José Antonio Camacho debutó como técnico nacional frente al mismo rival de hoy, la selección era un conjunto bajo sospecha, integrado por jugadores rescatados de las cenizas de la etapa anterior junto a «novatos» que no entraban en los pronósticos como internacionales. La selección española no recibía del exterior más que desánimo e, incluso, Israel había crecido hasta convertirse en un rival temible, que no había perdido en su campo en un lustro y tenía jugadores capaces de decidir un partido, como Haim Revivo y Eyal Berkovich.

España llegó a temer por la derrota, pero salió reforzada de su periplo en Israel (1-2), convencida de que podía demostrar que era el mejor equipo del grupo. Hoy, nadie se acuerda de aquella potencia israelí, porque el equipo de Camacho no necesita el encuentro más que para engordar su historial oficial, forjado a base de goles (37) desde la derrota frente a Chipre. Pese a la intrascendencia del partido, Camacho no ha querido experimentar, porque considera que los jugadores que se ganaron la clasificación merecen recibir los halagos hasta el último momento.

Tan sólo presenta la novedad del guardameta del Valladolid César Sánchez, forzada por la lesión de Santiago Cañizares. Un panorama idílico, con afición y crítica del lado del técnico, si no fuese por la inesperada turbulencia que ha rodeado al grupo desde que comenzó la concentración en Albacete. La polémica desatada por la fiesta campera, vaquilla incluida, que Camacho ofreció a los jugadores por la clasificación ha destapado el enfrentamiento con los clubes, que consideran poco afortunada una concentración tan larga en vísperas del Barcelona-Real Madrid.

Camacho ha tenido que luchar contra la influencia del partido más esperado de la temporada, de sus sancionados y de sus pronósticos, hasta el punto de cortar cualquier manifestación sobre éste desde el miércoles, «por respeto al rival y a la afición». La selección española podrá comenzar a preparar la Eurocopa ante un rival desesperado, que apenas cree en la posibilidad de lograr la victoria que necesita para buscar un puesto en la «repesca».