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EFE - PAU
Las etapas pirenaicas siguen siendo la asignatura pendiente del guipuzcoano Abraham Olano y como en otras ocasiones en los míticos «cols» de la Mente, Pereysourde, el Aspin, el Tourmalet y el Aubisque entre otros se le volvieron a atragantar.

El último ganador de la Vuelta a España y uno de los favoritos para el podio final de París, tras lo sucedido en los Pirineos mucho tendrá que afinar en la contrarreloj individual del penúltimo día para acercarse al líder indiscutible que no es otro que el estadounidense Lance Armstrong que ha salido un poco más reforzado con esa etapas.

Olano sale de estas jornadas con 14:29 minutos de desventaje sobre Armstrong y siete con respecto a su máximo rival para el subcampeonato que no es otro que el suizo Alex Zulle, un corredor de características similares en las pruebas cronometradas.

El tercer puesto tampoco lo tiene fácil, pues son muchos los candidatos, aunque en esta ocasión se trata de corredores que no tienen su punto fuerte en la lucha contra las manecillas del reloj como son Escartín, Virenque y Dufaux.

Olano, una vez más se ha complicado las cosas en los Pirineos al alejarse más de la cuenta de los puestos de honor del Tour. Lo positivo, según se escuchaba a alguno de los muchos aficionados vascos que han copado en gran mayoria esos puertos, es que ya no se le compará con Miguel Induráin.

Comparaciones que han sido inevitables, ya que Olano era el «relevo más natural» del todopoderoso Miguel Induráin, una losa que ha sorportado con resignación pues no se ha cansado de repetir que «no asumía ser el sustituto de nadie y que tampoco iba a coger el testigo de Induraín».

Olano es un gran corredor, que tiene un punto flaco, un punto debil que es la montaña, especialmente la de los Pirineos, pues de lo contrario ahora estaría bastante más cerca del jersey amarillo de líder que «acaricio» en la maldita contrarreloj individual de Metz.