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No fueron tan fieros, ni mucho menos, a como los pintaban y el dispositivo policial funcionó a la perfección. Este podría ser el resumen de la estancia de los aficionados del Chelsea que llegaron ayer por la mañana a Palma.

Además, la media docena de «hooligans» mas peligrosos quedaron retenidos en Londres por los «bobbys».
Cinco grupos de la UIP (Unidad de Intervención Policial), compuesto cada uno de ellos por 40 agentes y bajo el mando del comisario Eugenio Pino, más el Grupo Cinológico (unidad canina) y la Caballería del Cuerpo Nacional de Policía estaban preparados en Son Sant Joan, esperando la llegada de dos vuelos con 600 aficionados ingleses. Tras llevarlos al centro de Palma la UIP dejó su labor, que fue relevada por los funcionarios del CNP de la Jefatura palmesana, desplegados por todo el centro de Palma.

Las horas previas al encuentro transcurrieron con calma.
La entrada en el estadio Lluís Sitjar se desarrolló de forma pacífica, con los lógicos cacheos a cada espectador. Los empleados del Real Mallorca prohibieron a los aficionados entrar con teléfonos móviles y cámaras fotográficas.

Los dos bares del fondo sirvieron durante toda la tarde agua, cerveza rebajada y bocadillos. A muchos de los aficionados ingleses que pedían agua los empleados les decían que no había, «sólo cerveza». Entonces, los «supporters», resignados, pedían cerveza. Un redactor de Ultima Hora se acercó a los bares y preguntó cómo es que no tenían agua, a lo que el empleado le contestó que sí tenían, pero que había que sacar un ticket que se vendía en la mesa de al lado.

Por otro lado, un matrimonio inglés pidió un refresco para su hijo a uno de los vendedores ambulantes, pero éste le dio una cerveza y se fue corriendo.