TW
0

Muchos quisieran cerrar, pero será una minoría la que finalmente lo haga. Casi todos los establecimientos que rodean el Lluís Sitjar aguardan la llegada de cinco mil aficionados ingleses con las persianas preparadas, a la espera de lo que depare la jornada. «Pienso trabajar normal y confío en que no pase nada. Además habrá policías por un tubo». La seguridad de Manuel Company, propietario del bar que está enfrente del campo, no es compartida por todos sus convecinos. Para Horacio Echegaray, la decisión final será de los propios ingleses: «Si servimos será de puertas para afuera y, en caso de que el asunto se ponga feo, cerraremos la puerta. Imagínese la que se puede organizar si los ingleses ven el interior del local», señaló este argentino, en cuya pizzería hay colgada una gran bandera argentina, fotos de la selección albiceleste y recortes de periódicos del día en que Roa provocó la eliminación de Inglaterra en el pasado Mundial de Francia.

Quien no esperará a última hora para tomar una decisión es Ramón Aristondo, propietario del Bar Doro. «Pienso cerrar el local y dejar fuera un quiosco con dos grifos de cerveza y latas, aunque espero que los ingleses se comporten».

Algo más alejado del estadio, Guillermo Rosselló, de Videoson, aguarda preocupado el día del encuentro. «Sabemos que viene lo peor que hay. Según lo vea colocaré las barreras aunque confío en que haya mucha policía».

El comerciante Antoni Albons ni comparte ni entiende los temores de los otros empresarios. «Pienso abrir como un día más. Sería tercermundista no hacerlo. Los comerciantes de Londres no cerraron en el partido de ida y pienso que debemos dar una imagen abierta y europea».