Los jugadores pasaron una auténtica odisea antes de llegar a Palma. Foto: TOMEU TERRASA.

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M. ALZAMORA/T. TERRASA La expedición del Real Mallorca no olvidará fácilmente el partido de Vitoria. Primero por la derrota frente a un equipo que lucha por no descender y segundo por lo complejo y complicado del viaje de regreso. En una semana marcada por el debate de si los continuos viajes pueden llegar a afectar mentalmente a la plantilla, lo de ayer fue la guinda que le faltaba al pastel.

Tras el partido del domingo los futbolistas durmieron en Vitoria y ayer lunes, a las 11:15 partieron en autobús hacia Bilbao ya que desde el aeropuerto de Sondika debía partir a las 13:30 horas el vuelo que condujera al grueso de la expedición a Palma. Nada más lejos de la realidad. Cuando todo el equipaje estaba facturado y se esperaba de un momento a otro efectuar el embarque, la compañía Iberia informó que por motivos atmosféricos "soplaba un fuerte viento en Bilbao" el vuelo que llegaba de Palma y que debía aterrizar allí para volver hacia la Isla no podía hacerlo y tomaría tierra en Vitoria. Con el cansancio por el esfuerzo realizado durante el partido y con el agotamiento de tanto viaje y de tanto avión para arriba y para abajo, los futbolistas se subieron en un autobús contratado al efecto por la compañía aérea y regresaron a Vitoria. Tras recorrer otra vez el escaso centenar de kilómetros que separan ambas ciudades y tras los pertinentes retrasos ocasionados por el tráfico aéreo, al fin, minutos antes de la cinco despegó el avión.