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Mientras la Liga avanza tacita a tacita, la Champions lo hace sorbo a sorbo. Así, en la competición doméstica casi siempre tienes tiempo de corregir errores o rectificar el rumbo, mientras que en la Copa de Europa a la mínima que te descuidas te pintan la cara. La suerte, ese factor misterioso que suele favorecer a los que más la buscan, busca refugio en quien la protege y la cuida. No se gana una liga de campeones sin suerte, pero no se gana solo con suerte y quien recurre a 'el factor azar como justificante de victorias y derrotas demuestra una evidente incapacidad de autocrítica y una cierta envidia por no conseguir lo que el rival ha logrado.

El fútbol no va de merecer sino de ganar o perder. El juego bonito, la posesión, el bloque bajo, la presión alta y demás historietas intentan explicar lo inexplicable: el fútbol es el único deporte del mundo mundial en el que puede ganar quien no lo merezca. Ocurre en el corto plazo, en partidos sueltos, pero no en campeonatos largos o competiciones por breves que sean.

El Real Madrid vapulea a los ucranianos del Shakhtar en su partido de Champions, con un montón de ocasiones y un juego alegre, pero gana por la mínima y bordeando el peligro, la actividad preferida de los merengues. Tres de tres para otro día en la oficina. Al acabar, el resumen es simple: se ha ganado jugando bien, pero con una falta de acierto que, ante rivales más duros, será un lastre difícil de superar.

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El Barça controla al Inter, le agobia por momentos, pero es incapaz de marcar un gol legal. Los azzurri, sin alharacas ni fuegos de artificio, anotan al final de la primera parte y se dedican a defender la renta conseguida. El arbitraje, mal para los culés: una mano que se ve y otra que no, un gol anulado (justamente) y un penalti (claro) que no se pita. Lewandowski, el fichaje estrella sobre el que Xavi edifica su juego, desaparecido en combate por falta de oportunidades. Quienes tenían que crearlas ni estuvieron ni se les esperó. Al acabar, el resumen es simple: no se habla de los árbitros cuando te benefician, pero se recurre el «señorita, me pegan» cuando las decisiones te perjudican. Autocrítica, demà.

El Mallorqueta, mientras tanto, espera acontecimientos. Aburre a propios, Raíllo dixit y yo ratifico, porque Javier Aguirre no pretende divertir sino conseguir el objetivo para el que ha sido contratado: lograr la permanencia y sí, ese fin justifica los medios que emplea. El viejo dogma clementista, quien quiera espectáculo que se vaya al circo, tiene en el Mallorca un ejemplo de manual. Elche, tierra de promisión para los rojillos, es el objetivo inmediato. Lo que sumas se lo restas a un acreedor directo y debilitar a los enemigos es fortalecerse uno mismo.

Fuerte tendrá que estar el Fibwi Palma si quiere ser alguien en la LEB Plata. Llorar está demasiado visto y ya no causa efecto. Guillem Boscana ha formado un equipo con una base sólida de jugadores nacionales, que le sirven de referencia. La experiencia de un banquillo con dos entrenadores forma parte del pasado y en el presente, el único objetivo del club tiene que pasar por recuperar la categoría perdida. La victoria inicial ante el sempiterno Prat es un buen inicio. Que no pare la música.