El delantero francés del Atlético de Madrid Antoine Griezmann junto al técnico, Diego Simeone. | Mariscal

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Entre el cierre parcial de 5.000 asientos, la controversia del ultra defensivo plan que propuso hace una semana y la necesidad de atacar, marcar algún gol y ganar, por ese orden, el Atlético de Madrid se expone este miércoles al Manchester City en un partido decisivo, del que saldrá una sentencia firme sobre la capacidad actual del equipo rojiblanco, la utilidad del planteamiento en la ida de Simeone y la clasificación para las semifinales de la Liga de Campeones, inalcanzables para él desde hace un lustro: 2016-17.

El gol de Kevin de Bruyne en el minuto 70 del partido del pasado martes en el estadio Etihad sobrepasó el debatido ejercicio de repliegue al que se encomendó de forma indudable el Atlético, que ni tiró a portería ni fuera ni a ningún lado, dentro de una misión de resistencia que alcanzó hasta entonces, entre la forma con la que limitó las ocasiones de su adversario, pero también con la que su oponente rebajó los riesgos ante el temor a algún contragolpe.

En ese panorama, el 1-0 no dejó a nadie insatisfecho. Ni al Atlético, que enfatizó su funcionamiento defensivo, el factor del encuentro de vuelta en su estadio y la supervivencia con un mínimo daño en el marcador, ni al City, reafirmado como favorito, al frente de la eliminatoria y con el abanico de resultados que le permite seguir adelante: cualquier victoria, cualquier empate, hasta la derrota por uno, que provocaría la prórroga y los posteriores penaltis en un duelo que ya no admite matices.

El plan del Atlético para la vuelta es una incógnita. No puede ser tan defensivo como lo fue el pasado martes, porque la clasificación exige como mínimo un gol a favor y entonces no lanzó entre los tres palos, pero tampoco se aventura una ofensiva total que lo descubra demasiado en su retaguardia, teniendo en cuenta la colección de buenos futbolistas, recursos y talento que tiene a sus órdenes Guardiola. El técnico catalán recupera en el carril derecho a Walker, lo que le permite devolver a Joao Cancelo, uno de los focos del ataque en la ida, al lateral izquierdo. Con De Bruyne en estado de gracia y Bernardo Silva y Rodrigo Hernández como intocables, a Guardiola solo le quedará decidir qué hacer arriba.