TW
0
FRANCISCO ÀVILA-BARCELONA El Barcelona ha conseguido un solo punto de los nueve últimos en juego y en Valladolid perdió una magnífica ocasión para acercarse a la cabeza de la tabla con lo que Louis van Gaal anda preocupado, pero más por la falta de buenos resultados que por el juego de sus hombres. Después de seis partidos, los azulgranas son la imagen de la imprevisión. Ocho puntos sumados sobre dieciocho posibles, tantos goles marcados (9) como encajados, los mismos partidos ganados (2), que empatados o perdidos. Ahora el Barcelona es undécimo, a seis puntos del líder y a tres del Real Madrid.

A pesar de que las cosas no ruedan bien, Van Gaal se empecina en confiar en su sistema, encorseta a sus jugadores en un dispositivo con pocas alternativas e insiste en dejar en el banquillo a Juan Román Riquelme, la gran estrella fichada este año. Los errores en defensa se suceden, tal y como se demostró en el encuentro de Pucela, donde el cuadro catalán encajó dos tantos por errores en su retaguardia.

Sin embargo, Van Gaal no parece dispuesto a rectificar. Hasta ahora se pensaba que debido a la falta de efectivos en defensa, debido a las lesiones, el holandés estaba prácticamente obligado a improvisar un sistema defensivo atípico, pero con la recuperación de Andersson, nada ha variado. El entrenador del Barcelona asegura que no va a cambiar su disposición defensiva. A pesar de que Mendieta no sea un lateral al uso, de que Fernando Navarro sea un debutante y de que Frank de Boer no viva sus mejores momentos, Van Gaal insiste en sus planteamientos, un sistema que por el momento no le da muchas alegrías.

En el centro del campo, la baja de Thiago Motta, lesionado muscularmente, la cubrió con Gabri García cuando la diferencia la puede marcar Juan Román Riquelme, quien por cierto vio como Geovanni, Gerard y Rochemback entraban en juego, mientras él bromeaba en el banquillo con Mendieta. A pesar de los desfases defensivos, Van Gaal cree que su equipo no acaba de estar a punto porque no materializa las ocasiones de gol. No está preocupado por la falta de fútbol, sino por la ansiedad que sus jugadores demuestran cuando las cosas se tuercen.